Opinión

Antonio Hernando Vera

Abogado

Sentido de Estado y contradicciones

Empiezo por reconocer que defiendo y comparto con convicción la reacción y la actitud mantenida por el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, tras la salida de España del rey emérito. Creo que su actuación es la propia de un jefe de gobierno que sabe que, en ocasiones, está obligado a guardar silencio, aunque ello le acarree críticas y descalificaciones de falta de transparencia. No siempre el cumplimiento del deber y el ejercicio de la responsabilidad en cuestiones de Estado son comprendidas y compartidas por la mayoría. Hubiese sido mucho más fácil para el presidente poner de perfil a su gobierno y dejar que los hechos fluyesen, haciendo incluso algún guiño a las pulsiones republicanas de la militancia del PSOE y de su base electoral. No lo ha hecho y eso le honra como gobernante. Muy al contrario, Sánchez ha ratificado el compromiso histórico de su partido con el pacto de constitucional del 78, en una demostración inequívoca de responsabilidad institucional.

No obstante, es evidente que dentro de su propio gobierno el presidente convive con una flagrante contradicción. Mientras él y su partido son los garantes de la estabilidad y el respeto a la Jefatura del Estado y a la monarquía parlamentaria, sus socios de gobierno desean el advenimiento, más pronto que tarde, de la tercera república. No es una contradicción menor ni un desencuentro pasajero. Ni Podemos va a arriar su bandera republicana ni Sánchez y el PSOE van a renunciar a su sentido de Estado, en una coyuntura en la que lo fácil es subirse al carro de las descalificaciones a la monarquía. Pero con ser importantes las diferencias en cuanto a la forma de gobierno que hay entre PSOE y Podemos, no va a ser este un tema que descarrile al gobierno de la vía de la legislatura. Si algo han demostrado ambos socios es su capacidad para aislar determinadas contradicciones y diferencias en favor de un programa de gobierno de izquierdas que, con ocasión de la crisis provocada por la pandemia, ha quedado condicionado y limitado.

Por eso en estas circunstancias tan difíciles para la monarquía, el hecho de que Podemos forme parte del gobierno apacigua y condiciona su reacción ante lo sucedido. Mucho peor y más desestabilizador sería tener al partido del 11-M liberado de toda responsabilidad institucional y confrontado con un Partido Socialista que reiteradamente ha demostrado que el sentido de Estado forma parte esencial de su naturaleza.

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