Afortunadamente, gracias al papel desempeñado por el Barça y el Sevilla no ha quedado para el arrastre el rol de los nuestros en la Champions. Desde el curso pasado, la importancia de nuestro fútbol de clubes en el primer torneo continental está en entredicho y esta semana ha contado con dos catástrofes que sólo encuentra el paliativo del partidazo del Sevilla en Londres y de la goleada del Barça sobre los magiares de Ferencvaros.

Habrá que ordenar un proceso revisionista sobre el fútbol de clubes para que la importancia de España reaparezca y ocupe el nivel habitual. Por ahora parece difícil, sobre todo por la hegemonía del Bayern, que sólo encontró un obstáculo considerable en el Sevilla. Aquel día de final de Supercopa se salvó por muy poco, ya que al modélico partido sevillista sólo le faltó que En-Nesyri la enchufase ante Neuer. Lo demás ha sido y está siendo un paseo militar para los bávaros.

Y ha repetido el Sevilla partidazo este martes en Stamford Bridge, con lo que se demuestra que no es casual el nivel que muestra la tropa de Lopetegui en las grandes citas. Por su parte, el Barça que naufragó en Getafe sí cumplió con las expectativas ante el Ferencvaros. Son dos argumentos para salvar un fútbol que los dos equipos madrileños dejaron bajo mínimos en un miércoles tan negro que pasó como una pesadilla despiertos sobre el Madrid y sobre el Atleti.

El ridículo primer tiempo de los merengues ante el circunstancial Shakhtar ucraniano no fue nada para ver cómo el Atleti era laminado en Múnich por el que hogaño es el mejor equipo del planeta. Fueron dos repasos que rozaron la humillación y que dejan tocado el prestigio de nuestro fútbol doméstico. Afortunadamente, un Sevilla imparablemente emergente ha contribuido de forma espléndida a que todavía haya que tener en cuenta a nuestros clubes.