Mientras el mundo gira

Andrés Caparrós Martínez

Síes y Noes (II)

Sí…a las castañeras que manejan el badil con la precisión y el aireo que requieren las brasas para facilitar, en su justo punto de asado, la operación "fuera cáscara" con la mano derecha, mientras en la izquierda sostenemos el cucurucho caliente; y todo, al paso, que no está la noche para detenerse mucho en la calle. Comprar y pagar lo que se come; porque lo otro, lo que se respira, el aroma a recuerdo de infancia, a tradición sencilla, no tiene precio. ¿Quién sería capaz de fabricar varitas de incienso que huelan a castañas recién tostadas?

Muchos de nosotros nos las llevaríamos a casa estas fiestas, por si ayudaran a paliar esa desolación de los abuelos, al renunciar a la alborotadora alegría con que nos invaden los nietos y a los abrazos reconfortantes de los hijos. Triste Navidad la que viene. Pero no ha de faltar el arroz con leche; ni la "barbacoa de castañas".

No…al otro frío, el de la angustiosa incertidumbre, ese frío de tiritona y ¡ay Dios mío! al que nos han traído los diseñadores y manipuladores del maniquí llamado Pedro Sánchez. Nos han traído, y nos van a mantener, al parecer, durante tres o treinta años más. Si así fuera, no es probable que algunos de los presentes pudiéramos salir del estado de hibernación por congelación en el que estamos entrando. Será, o sería una lástima no conocer la España hermosamente progresista, democrática, igualitaria, inclusiva, feminista, plurinacional y pluri-republicana que quieren los independentistas; la que queremos todos, según declara Sánchez en el tono grandilocuente que le sugiere su inseparable consejero y hacedor. Por cierto, ¿lo es realmente? ¿Qué hay en el libro de recetas de Iván Redondo? Porque cada día más, Pablo Iglesias va haciendo de su capa un sayo. Cada día, más parece que el vicepresidente es el presidente. ¿Es así de impertinente uno y así de consentidor el otro, o han acordado la hoja de ruta a futuro mediato, sin monarquía, con el puesto de presidente de la república uno y el de primer ministro otro? ¿Qué para quién?

Sí…a la trashumancia inacabable, a los viajeros incansables que hacen nuevos con sus pasos los viejos caminos. No van solos al encuentro con los paisajes que nunca han visto. En sus mochilas y en sus corazones llevan el acicate del coraje de quienes por allí anduvieron en otro tiempo. Metro a metro la senda revela el espíritu, la determinación de los pioneros; trotamundos de ojos anhelantes que un día juraron no volver la vista atrás hasta llegar al exacto lugar donde, desde el principio del tiempo, su destino los estaba aguardando. De forma que cada noche la luna y cada mañana el sol, les susurraban el mismo mensaje: "lo seguro no tiene misterio". El reto de desentrañar el misterio y el sentido de sus vidas era más apremiante cada amanecer. Y allá que iban inasequibles al desaliento o el miedo.

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