Crónica Personal

Sobres que no son una broma

No parece que estas cartas tengan mucho peligro, pero nadie garantiza que no las haya cargado el diablo

Van cargados con explosivos de escasa potencia según las fuetes oficiales, pero no hay carga inofensiva cuando el remitente envía sobres aparentemente relacionados con la guerra de Ucrania. No se puede tomar a broma. Hasta ahora no se han producido daños personales y los materiales han sido mínimos, pero es necesario llegar a fondo en la investigación hasta conocer la identidad de quienes envían esas cartas explosivas. Y, lo más importante, saber qué pretenden los autores con estos envíos. ¿Amedrentar a quienes tienen vinculaciones con Ucrania?

Eso parece, pero puede ser también que se trate de una campaña diseñada con intenciones más sofisticadas, como por ejemplo una guerra psicológica para que un sector de la sociedad empiece a no sentirse seguro, o quizá pretendan los autores promover una inquietud desestabilizadora que puede provocar problemas mayores, o que entidades o empresas que colaboran con Ucrania puedan plantearse la conveniencia de seguir prestando ayuda al gobierno de Zelenski.

Esos sobres explosivos pueden tener la intención de que cese la ayuda que infinidad de españoles prestan a los ucranianos que han llegado a España. Es probable que algunas de esas familias que han demostrado solidaridad con un pueblo sufriente se planteen extremar las medidas de cautela … o la continuidad de la ayuda que prestan.

La mayoría de los políticos que hoy nos gobiernan son tan jóvenes que no todos han tenido la desgracia de vivir el terrorismo etarra. Quizá por eso se escandalizan cuando hay españoles que se escandalizan y se duelen de los acuerdos con Bildu, que desciende de donde descienden. Españoles que conocen muy bien, porque lo han vivido, la perversidad del terrorismo etarra. Una banda que además de asesinar a sangre fría a punta de pistola, utilizó coches bombas para matanzas masivas. Y que envió paquetes con explosivos a despachos y domicilios de sus "enemigos". En unos casos, con resultado de muerte. En otros, de amputaciones de dedos o lesiones en la cara; hubo también paquetes que no llegaron a explotar, o fueron detectados por servicios de seguridad. Pero no se podía tomar a broma la recepción de un sobre no esperado, toda precaución era poca. Todos los sobres tienen el mismo origen, misma letra y sin remite. El Gobierno no tiene tarea más importante que investigar quién los manda. Porque no hay nada peor que restar importancia a una oleada de cartas que de primeras no parece que tenga excesivo peligro, pero nadie garantiza que uno de esos sobres no lo haya cargado el diablo.

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