Soledad

La soledad es una vía ascética para encontrar la esencia de uno mismo y el equilibrio con la circunstancia

Fernando Amén de la connotación negativa que tiene la soledad cuando es impuesta, algunos filósofos han encontrado en este estado una fuente de conocimiento. Durante la historia de la filosofía la soledad fue tomada como una manera de enfrentarse al todo, al ser; como una apuesta libre ante el abismo. Por eso mismo también es factible la afirmación de que precisamente de la soledad surgió, en parte, la filosofía. Arthur Schopenhauer encontró que era una forma de huir de la sociedad. Concretamente invitaba a los seres humanos a conquistar la propia soledad y encontrar así un mundo íntimo con el que mantener una relación ascética. Nietzsche, por otro lado, consideraba que la soledad era una exigencia filosófica para sus pensamientos porque no encontraba en sus amigos la correspondencia debida de la comprensión. Otro ejemplo donde la soledad es una forma de iniciación a la filosofía fue precisamente el aislamiento voluntario de Thoureau, para llegar a una vida espartana -que decía- (otra forma de conocimiento). Buscando factores comunes, quizás la soledad suponga una independencia o desapego de los pensamientos y sensaciones perturbadoras. Como vía ascética termina en una contemplación de la vida como forma de humanismo. Representa, cuando es buscada, una liberación de una circunstancia contraria al crecimiento personal porque cuando no se posee o no se está en la senda de la intimidad la persona convive con la tragedia o con la banalidad, con la superficialidad de su circunstancia. Una soledad buscada supone así una existencia más auténtica. Unamuno decía que esta soledad nos sirve para ordenar los pensamientos y el corazón; para proyectar y crear. Estar solo no es sinónimo de marginación, como afirma Torralba, porque la soledad no es una vida sin sociedad sino la defensa del espacio personal que ayuda a la creatividad y al pensamiento crítico. El problema es que hoy en dia es muy difícil encontrar este tipo de soledad. Los excesivos estímulos y la sociedad digital nos impiden encontrar ese espacio propio. A mí me gusta la palabra Emboscarse, de Jünger, que es una huida de todo para situarse en la disidencia. Tal vez deberíamos plantearnos, por esto, el Emboscamiento digital como vía para desligarse de las fantasías de la era de la comunicación, tan sobreestimulada. En esa huida digital está el espacio íntimo que puede emanciparnos de las mentiras que nos rodean.

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