Sueños y tranvías

Desde que yo tengo memoria caen piedras en la carretera del Cañarete de Almería

Desde que yo tengo memoria caen piedras en la carretera del Cañarete de Almería. Es un clásico, una impronta cultural, un referente y una razón que sería más que suficiente para no coger más esa carretera, cuando esté habilitada. Yo creo que ahora caen más pero como la lluvia o el calor, que cuando llueve mucho o hace mucho calor nos aventuramos a decir que ahora llueve más o que hace más calor que antes y eso se debe a algo que está haciendo mal alguien. Cada vez que caen piedras en la carretera del Cañarete de Almería se corta la carretera, luego viene la indignación de medios y vecinos, la referencia a Almería como la provincia más desatendida y por fin, las ideas de los arquitectos e ingenieros. Entrevistas, reportajes y diseños. Y como no, siempre aparece el tranvía, es decir, para solucionar algo que viene pasando durante décadas y sobre lo que no se ha solucionado de forma definitiva nada, la solución es un tranvía. Y más carriles, y perspectivas a color hechas con una aplicación de ordenador. Pero primero habrá que demoler la montaña, pienso yo, o la parte de montaña que está peor, o sea toda porque cuando se pone un parche, es decir algún refuerzo en algún sitio, las piedras caen por otro. Si se propusiese un proyecto práctico, factible, lo más económico posible, lo más estudiado geotécnicamente posible y con la intención de ser lo más definitivo posible, el universo implosionaría y al culpable habría que cargárselo por ser demasiado eficiente y dejar a los demás en evidencia. Por eso hay que cacarear y cacarear y quejarse y quejarse para que se mantenga la bella tradición almeriense de que cualquier problema tarde años, lustros y décadas en solucionarse. Cuando paso y veo El Cable Inglés un poco más decente y haciéndose lo que se podía y debía haber hecho treinta años antes comprendo que todo debe tener su proceso, su caída de piedras, las declaraciones del político en contra del político que está por encima y que no es de su partido, los parchecitos de mallas de alambre u hormigón, el hasta que pase una desgracia. Esperaremos pues todos con nuestra idiosincrasia de no hacer nada y lento mientras asistimos a los plenos y nos hacemos fotos decimos como debía de ser todo y como la culpa la tiene el otro. No sé si cuando lo abran volveré a pasar y ver el mar, los túneles atravesador por primera vez hace miles de años, con el mundo igual de impasible.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios