Carta del Director/Luz de cobre

Surfeando olas de la Covid

Si ha sido capaz de nadar durante 400 días hasta la playa, no lo fastidie con un tonto descuido

Cuando camino por la mañana o algo ejercicio a lomos de un rodillo instalado en una bicicleta de montaña con las mascarilla puesta tengo la sensación de que en muchas ocasiones me falta el aire. A medida que el ritmo crece o el porcentaje de subida se incrementa, la sensación de ahogo se multiplica de forma exponencial. Y no les digo nada si el pedaleo se ajusta al plato grande y al piñón pequeño de la "Mountain Bike". ¿Hacia donde quiero llevarles? Al hartazgo necesario de surfear a lo largo de todo un año sobre las olas de la Covid-19. No ha sido fácil este tiempo y mucho me temo que lo que resta hasta la normalidad, si es que un día llega, va a ser aún más complejo. Pero todo sea por la salud y las consecuencias, imprevisibles, que un contagio puede acarrearte en cualquier momento.

Si usted, sí usted, es uno de esos que ha logrado hasta el día de hoy sortear la enfermedad, primero le felicito; segundo le aplaudo porque, con seguridad, ha respetado las normas casi al dedillo y tercero, le aplaudo por el estoicismo y capacidad de sufrimiento y aguante que ha tenido para llegar hasta aquí. Si ha sido capaz de nadar durante casi 400 días en dirección a la playa, no lo fastidie con un descuido o un error de confianza y al final se quede en la orilla sin percibir en sus pies el placer de pisar la arena. Todos, creo que sin excepción, hemos hecho a lo largo de este tiempo un ejercicio de compresión y análisis sobre los riesgos que conlleva, -les expongo un par de casos-, tomar unas cervezas en un local cerrado o llevar la mascarilla en el cuello o en la mano, como elemento decorativo, cuando en el círculo en que te mueves se han añadido conocidos, y hasta amigos, pero no habituales. Y es que como bien dice el escritor Jonh Carlin, "riesgo" debería ser reconocida como la palabra del año. Como somos tan aficionados a dejar constancia de lo nuevo de lo no habitual, no me dirán ustedes que a lo largo de este tiempo no hemos evaluado los riesgos que corremos si desescalamos con más celeridad de la debida. Los riesgos, más que evidentes, si nos sumamos al desenfreno y a la fiesta en locales cerrados; el riesgo a brotes innecesarios; el riesgo al desempleo; el riesgo a tener accidentes y así hasta el infinito y más allá.

La conclusión, si es que podemos llegar a alguna so pena de equivocarnos y rectificar a los cinco minutos en los tiempos que nos ha tocado vivir, es que los gobiernos, casi todos, han priorizado a toda costa que no se extienda el virus. Entre otras razones porque la suma de casos aumenta la presión en hospitales y UCIs y todo queda desprotegido. Pero aún así, y siendo conscientes de ello, mantenemos el riesgo y buscamos encima de la 'tabla de surf' la nueva ola, que se nos acerca, cuando la inmunidad de grupo está a la vuelta de la esquina. Piensen antes de cometer una insensatez. Pueden quedarse varados en la orilla.

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