La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Susana va a la guerra,y perderá

Se equivocó dos veces: en su estrategia fracasada de oposición e intentando un reparto de poder con Pedro

Susana Díaz ha proclamado que quiere seguir siendo la líder del PSOE andaluz y la candidata a la presidencia de Andalucía en 2022. Es la única, junto a un grupo cada vez más menguante de pretorianos, que piensa que será las dos cosas. A sus críticos, crecidos y desinhibidos, sólo les falta conocer a quién señala el dedazo de Pedro Sánchez como sustituto. Para votarlo en las primarias (aquí sí las habrá, no como en el PSC de Illa).

Parece mentira que una política tan experimentada, experta en el manejo orgánico y dotada para el maniobrerismo, no haya entendido que perdió su oportunidad de reponerse y regresar al doble poder (en el PSOE y en la Junta) en dos momentos y circunstancias: cuando pretendía que el triunfal Sánchez le cediera el control de Andalucía, haciendo una excepción territorial a su mando cesarista sobre el nuevo socialismo, y cuando diseñó su estrategia en esta legislatura perdedora con una simpleza pasmosa: éstos de PP y Cs serán rehenes de la ultraderecha y fracasarán en toda regla. Ergo, mi vuelta está cantada.

Nada de esto ha ocurrido. Sánchez no iba a perdonarle nunca que Susana le expulsara con una argucia de la secretaría general en la primera etapa. Sólo ha estado esperando el momento oportuno para perpetrar su venganza en plato frío, cuando él ya tiene la legislatura expedita, ha domesticado a todos los barones y puede elegir a su gusto al relevo (María Jesús Montero o Juan Espadas, que no quieren, pero aceptarán si les llega el encargo, o el diputado Felipe Sicilia, que quiere, pero quizás no tenga hechura y padrino para poder).

Susana no quiere enterarse de que hoy por hoy es una mala candidata que encarna la derrota en el feudo donde nunca la sufrió el PSOE y tampoco quiere saber que su tiempo ha pasado. Cree que la vida política hará una excepción con ella y la liberará del estigma que persigue a los líderes del PSOE andaluz desde la autonomía: todos salieron, de mejor o peor manera, por decisión del poder federal de cada momento. Escuredo, Borbolla, Chaves lo pueden atestiguar. En estas salidas no hay más negociación que la de aceptar la oferta del poderoso. Ya Susana rechazó lo que le daban, la presidencia del Senado. Ahora debería pensarse mejor la recompensa que se le proponga la vez siguiente por hacerse a un lado.

Si no se echa, perderá las primarias. Las ganará quien haya decidido Pedro. Es normal tener que explicarle esto a un advenedizo. Pero a Susana resulta increíble.

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