República de las Letras

Televisión de pago

Debe ser la edad, pero no todo lo que hay en las plataformas de pago me interesa y no todo me parece bueno

En los años 60, el cura de San José instaló un televisor en el salón social que construyeron junto a la iglesia y que luego sería colegio (una de sus maestras, Adela Díaz). Los niños y jóvenes del barrio íbamos a ver el único canal existente entonces por el módico precio de 2 pesetas. Recuerdo los programas infantiles de Herta Frankel y la perrita Marilin, y los dibujos animados del Pájaro Loco, producción de Walter Lanz, o la serie Bonanza, del oeste. Pues bien, ya en aquella época me preguntaba cómo era posible que la televisión, que ya se extendía, aunque lentamente, de casa en casa por mi barrio obrero, fuese gratuita. Y me lo he seguido preguntando casi hasta ayer mismo, solo que ahora se encuentra una explicación: la publicidad.

La cosa es que hay tanta publicidad ya en las televisiones llamadas generalistas que son una aburrición. ¿Solución?: abonarse a las plataformas de pago. A las que también, por cierto, ya están añadiendo publicidad más o menos camuflada. Así que, si quiere uno ver la televisión sin anuncios, debe irse a las plataformas de pago. Claro que ahí solo hay películas y series y algunos documentales que suelen estar bien. Y una vez llega uno a instalarse una plataforma, o varias, si no se es un entregado al fútbol, en cuyo caso no hay problema, a cualquier hora se emiten contenidos, cada cual procede a hacer una selección de acuerdo con sus gustos.

En este punto, y debe ser por la edad, no todo lo que hay en las plataformas televisivas de pago interesa y no todo es bueno. Lo que más abunda son los temas de Guerra del Golfo, Afganistán, espías de la CIA, cárteles de la droga, zombis, asesinatos en todas sus variantes, superhéroes, futurismo más o menos escatológico… Una vez vistas unas cuantas películas o series sobre eso, vistas todas. Si se buscan las grandes producciones de la historia del cine, algunas hay, pero faltan muchas, como, por ejemplo, Amadeus. Si se quieren otros temas, tampoco los hay.

En series, igual, asuntos policíacos, drogas… poco más. Así que cuando sale una serie, digamos, diferente, uno la consume con avidez, pensando que va a ser distinta al tono general. Pero no, sobre todo las de producción española. No llegan nunca a redondear. Les ha dado por el sonido directo y hay muchos actores actuales que hablan con los dientes apretados y no vocalizan. Prefiero el doblaje americano. Y sus bandas sonoras -Conan, p. ej.-.

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