Calle Real

Joaquín Pérez de la BlaNCA

Concejal no adscrito del Ayuntamiento Concejala de Igualdad

Templemos gaitas

Toca mantener la cabeza fría y evitar la radicalización de nuestra postura ante los problemas repentinos

La semana pasada tuvieron lugar las elecciones estadounidenses a la presidencia y lo que la mayor parte de los analistas certifican es la gran polarización que estamos sufriendo en estos años, en especial en cuanto a opciones políticas se refiere. En Estados Unidos se está viviendo una situación que hace unos años era impensable, con un enfrentamiento que es digno de estudio, habida cuenta de la unión que siempre se ha pregonado en el seno de la nación americana. Uno se inquieta al pensar que esta polarización puede llegar a ascender a niveles que luego difícilmente se puedan atemperar. Pero lo que también está claro es que la solución no podemos encontrarla en el enrarecimiento de las relaciones y en nuestro "enrocamiento" en una posición inamovible. Precisamente, la política, concebida como el arte de llegar a acuerdos, es la que hace que nos posicionemos de diferente manera atendiendo a las necesidades de la sociedad y a la situación que se plantea en cada escenario, de suerte que lo que en un determinado momento es o parece bueno, al variar ciertas circunstancias, ya torna en algo de difícil o incluso de nula aplicación, y al revés. Aquí?, en España?, ciertos partidos se están posicionando en polos tan opuestos que, dicho sea de paso, llegan a tocarse. Y ello precisamente se produce cuando se va a la caza del voto descontento. Cuanto más me sitúo en el extremo del extremo, tanto más aumenta mi expectativa de voto procedente de una población agotada y desilusionada. Y así vamos alimentando al monstruo, construyendo líderes que enarbolan la bandera del enfrentamiento, viviendo cómodamente de su sueldo público, legitimando su sillón vía aumento del número de decibelios de sus proclamas?: cuanto más altas, más duras, y más directas, tanto mejor. Todo ello aprovechando el cansancio paulatino de una población que sufre en sus carnes una lenta penitencia fruto de la lamentable imagen de ciertas instituciones, del progresivo hundimiento de la economía y de los avances tecnológicos que en muchos momentos nos superan.

Toca mantener la cabeza fría y evitar la radicalización de nuestra postura ante los problemas repentinos y los súbitos cambios que nos asaltan por el camino. Por el contrario, un aumento de la crispación no conducirá a nada más que a la destrucción. No podemos enquistarnos en una especie de guerra fría, en la que la tensión va en aumento cada día porque, de continuar por esta senda, pondremos en grave riesgo nuestro sistema de libertades, arrastrándonos a un escenario afortunadamente aún desconocido para muchos de nosotros. Más ?nos vale a todos templar gaitas, calmar los ánimos y tratar de poner sentido común a una situación que desbordaría a cualquiera.

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