Teniente Buxmann

El teniente Buxmann y ese joven soldado ucraniano lucharon por las mismas cosas

En el precioso cementerio inglés de Tánger, junto a la iglesia de Saint Andrew, hay varias tumbas de militares aliados caídos durante la Segunda Guerra Mundial. Una de ellas me llamó la atención porque era la de una persona muy joven, ya que sólo tenía 19 años. Pero esa persona tan joven -tenía dos años menos que mi hijo- ya era teniente y pilotaba un avión de combate. Por desgracia, él y toda su tripulación murieron en un accidente volando cerca de Gibraltar, en enero de 1945, y todos fueron enterrados en ese pequeño cementerio de Tánger. Ese teniente de 19 años se llamaba JH Buxmann (y no Buxman, como pone la lápida) y volaba en la 22 escuadrilla de las Fuerzas Aéreas Sudafricanas. Es justo que digamos su nombre. Si en Europa tenemos Seguridad Social, libertad de prensa e instituciones libres, si tenemos una judicatura independiente, si tenemos Constituciones que garantizan la alternancia política -y si tenemos, incluso, universidades donde se enseña sistemáticamente a despreciar todo nuestro legado histórico y cultural-, es porque hubo una vez miles de jóvenes como el teniente Buxmann que no temblaron ante la idea de la muerte. ¿Cuántos de nosotros nos atreveríamos a pilotar un avión de combate con 19 años? ¿Y cuántos animaríamos a nuestros hijos a hacer lo que él hizo? Dejo ahí la pregunta.

Ahora mismo, en Ucrania, cientos, miles de jóvenes como el teniente Buxmann están enrolados en las tropas que luchan contra los invasores rusos. Esta es la primera guerra de la historia que se retrasmite a través de las redes sociales, pero aun así no conocemos bien a los soldados ucranianos. El otro día vi un vídeo de un joven soldado ucraniano -tenía 19 años, la misma edad que Buxmann- que había sido capturado por los rusos. Sus captores pedían 50.000 dólares a la familia para ponerlo en libertad. De lo contrario lo ejecutarían. He aquí una prueba de un ejército que se comporta como un clan mafioso -o una banda de narcos- al servicio de un déspota que se ha vuelto loco.

El teniente Buxmann y ese soldado ucraniano de 19 años lucharon por las mismas cosas, esas cosas que tanto desprecia la derecha reaccionaria y la izquierda rupestre que odian la democracia liberal y que sueñan con alguna clase de autocracia sin libertades ni derechos. Que el buen Dios guarde a ese joven soldado ucraniano. Y que viva Ucrania.

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