La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Teresa se queda, pero se va

La honestidad de Rodríguez es compatible con sus ideas dogmáticas, sus recetas y su reinvención nacionalista

Se ha ido Teresa Rodríguez, la líder natural de la izquierda radical de Andalucía con más carisma desde Julio Anguita. Ha dejado su escaño en el Parlamento andaluz, aunque continuará como portavoz de Adelante Andalucía ayudando a la búsqueda incierta de un nuevo liderazgo en el pequeño partido.

Teresa ha sido coherente y honrada. Renunció a algunas bicocas y prebendas que los diputados andaluces se han ido concediendo a sí mismos en cuarenta años de autonomía, hizo gala de una austeridad insólita en nuestra vida política y en nuestra sociedad y cumplió la palabra dada: estaría ocho años en el cargo y volvería a dar clases en su instituto de Puerto Real, porque la política no debe ser una profesión ni un trampolín para la ambición personal. Una rara avis, la verdad.

Le acompaña también un gran fracaso. Fue candidata a presidenta de la Junta de Andalucía tres veces. La primera (2015), en Podemos, sacó 15 escaños. La segunda (2018), al frente de una coalición de Podemos, IU y otros, llegó a los 17, pero quien gobernó fue la derecha con Ciudadanos. La tercera (2022), ya en solitario tras la ruptura con Podemos, se quedó en dos. Una insignificancia predestinada a la desaparición como organización autónoma. Sin ella, fatalmente predestinada. En medio pecó de ingenua al creer que podía salirse de Podemos amistosamente, conservar el control del grupo parlamentario y los brazos abiertos de su ex jefe, y se convirtió, al mismo tiempo, en víctima y coautora de la última o penúltima edición de esa condena que persigue a la izquierda que quiere ubicarse a la izquierda del PSOE: hoy me divido más que ayer pero menos que mañana. Eso sí, todos los grupos y familias que vivaquean por este espacio se juran más unitarios que nadie.

La honestidad de Teresa Rodríguez contrasta con su dogmatismo. Ella es más una activista cargada de buenas intenciones que una dirigente política capaz para la racionalidad transformadora. Habla de la gente dándole la espalda a lo que piensa la mayoría de la gente, sus recetas económicas son equivocadas (sólo se salva su defensa de los servicios públicos y la imposibilidad de mejorarlos bajando los impuestos), la soberanía alimentaria de Andalucía es un disparate, y la invención de un nacionalismo andaluz tipo BNG o CUP, pura nostalgia de lo que por motivos históricos nunca existió.

Es una pena errar tanto teniendo tantas cualidades y siendo de tan buena pasta.

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