Toreros vivos

Con el buen tiempo siembre vuelven las verbenas y los dineros feriales consistoriales

Las letanías arrullan cada nuevas resurrecciones. De grupos. Musicales. Siempre arguyendo cosas que pedían los fans, la mayoría silenciosa, el murmullo de admiradores de verbena y, nostalgias de casettes. Sea como fuere la industria los crea y ellos se juntan. El último despropósito de los que desean seguir viviendo honradamente de la música es una fusión de Toreros muertos y No me pises que llevo chanclas que (horror) han llamado Toreros con chanclas. O siendo más precisos, el torero Carbonell y el Chanclas Begines. Después de dejarse olvidar por los que valoraron (prematuramente) sus logros y navegar, en el caso de los chanclas, directos al fondo de la repetición de la misma fórmula (solo que siempre peor), el desmembramiento progresivo, el azote de todos los males de los artistas, el iva, la pandemia, las descargas, la crisis. Sin querer reconocer (por enésima vez) que si dentro hay poco o nada poco o nada puede crecer y convertirse en algo más. En vez de arriesgar y cambiar el discurso, mejorar, dar más sin dejar de ser si mismo, ambos presentan la última apuesta por la supervivencia en los escenarios sin nada nuevo que ofrecer, sin una buena canción nueva de verdad que llevarnos a la boca. El caso de Carbonell es distinto y diletante por definición. Hago de todo y todo lo hago mal. Actor sin rumbo, showman, cómico (¿no ha escrito ningún libro?, si no lo ha hecho, falta ese despropósito para ya intentar todo). Hasta hacer bolos de bar de pueblo en El Ejido con una guitarrita con cuatro espectadores mal contados y sufrir la deriva del artista mediocre. Begines ha tirado del cliché de burlón andaluz (Carbonell también lo es, mira, pero ni se nota) que inventó el agropop y exprimió tanto la fórmula que se quedó sólo y sin diccionarios. Con el buen tiempo siembre vuelven las verbenas y los dineros feriales consistoriales y como bienvenidos a la nostalgia chusquera siempre encontrarán cubateros fans de más de cincuenta años que quieran bailar sus cantatas mientras nuevas generaciones ni van gratis. El último limón de la fama vale siempre una misa. De difuntos. Defunción de la creatividad y culpabilización. Industria, iva, la crisis, (desde que nos cargamos todo, todos incluidos, cuando ha dejado de haber crisis), la pandemia, la guerra, el gas, el ipc, los combustibles y los precios. Antes nos forrábamos haciendo el indie. Ahora simplemente hacemos el indie.

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