La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Torra: valiente no, estúpido sí

Al presidente vicario no le interesan más que dos cosas: la libertad de los presos y la independencia en referéndum

él solito se define y retrata. Quim Torra, presidente vicario de la Generalitat de Cataluña, ha explicado su hoja de ruta. Pero no en el Parlament, que mantiene cerrado, sino en un teatro ante un público entregado. Tampoco lo suyo ha sido un programa de gobierno, sino un plan de agitación y propaganda. Horas después ya estaba Torra en Bruselas para rendir pleitesía al presidente real -El Prófugo- y pedirle nuevas instrucciones.

Hace falta ser más ingenuo que el Cándido de Voltaire o bien estar extremadamente interesado en seguir gobernando aunque sea en el alambre (es el caso de Pedro Sánchez) para no ver en la última actuación de Torra la decidida voluntad del ridículo supremacista de desafiar por las bravas la legalidad democrática. "Llegar tan lejos como Puigdemont", dijo él mismo.

¿Cómo interpretarlo, si no, cuando afirma, como afirmó, que no aceptará ningún referéndum de autogobierno -fue la oferta más que generosa de Sánchez-, sino sólo un referéndum de autodeterminación que dé paso a la república catalana independiente, y que tampoco admitirá ninguna sentencia condenatoria contra los golpistas presos? Verde y con asas: el regreso triunfal de los exiliados y la libertad de los prisioneros provisionales son requisitos previos a cualquier negociación con el Estado, la independencia es la única fórmula para acabar con el conflicto.

Puesto que, insisto una vez más, el Gobierno de España no puede darle a Torra ninguna de esas dos únicas cosas que le interesan, cabe plantearse qué hará Torra para materializar su desafío. Por lo pronto, sacar a su gente a la calle en los continuos aniversarios de estas semanas (leyes de ruptura, Diada, 1 de octubre, declaración efímera de la independencia), alentar el sabotaje de los transportes a cargo de los comités correspondientes y marchar por los derechos civiles en plan Luther King o Mandela. Para mí que no va a ser suficiente para torcer la mano la democracia española, tan opresiva. ¿Y llegar más lejos? Ahí va la estupefaciente respuesta de Torra: "No contestaré a esta pregunta porque será el pueblo de Cataluña quien la contestará (...) propondré al Parlament las decisiones que se tengan que tomar". Reabrirá, pues, el Parlament, para así no responder penalmente en persona si se quebranta una vez más la ley. Muy valiente no es.

Pero estúpido sí, si hacemos caso a Joan Tardá: es de estúpidos pretender imponer la independencia cuando la mitad de los ciudadanos están en contra.

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