Tóxicamente

Sería necesario realizar una educación sexual, no solamente en los jóvenes, sino en muchos otros colectivos"Solo la dosis hace el veneno", decía Paracelso, el médico, alquimista y astrólogo más célebre de todos los tiempos

Hablar de niveles de toxicidad suele hacerse en la industria química cuando un producto es nocivo para la vida. En base a eso se establecen los catálogos que se distribuyen por el sector para diseñar las estrategas de seguridad y así redirigir la línea de producción. Tal como dijo Paracelso, en los albores de la Toxicología, "solo la dosis hace el veneno". No obstante, todo esto es un circunloquio para hablar de otra cosa más atractiva: concretamente de la toxicidad humana. Esta se da cuando un ser humano daña a otro hasta con el mero hecho de su presencia. Me explicaré: este tipo de personas suelen agotar mentalmente a los demás con bastante frecuencia y hasta mermar la autoestima ajena. Es más, suelen conducir a la ira a la gente más cercana. Y todo porque estos individuos suelen ser personas muy pesimistas y victimistas; y están obsesionados con alguien en concreto; creen que esa persona es responsable de todos sus problemas y tratan de destruirla. La envidia, los celos, la soberbia, sin duda son sus modus operandi. Pero vayamos al grano: ¿cómo alejarse de ellos? A veces es fácil, basta con cerrar una puerta, pero otras es más difícil y no queda más remedio que soportar forzosamente su presencia. ¿Qué hacemos entonces? Existen dos vías para minimizarlos en nuestras vidas. Veamos: si partimos del hecho de que estas personas tienen una carencia en su interior y que están convencidos de que nosotros, por ejemplo, poseemos lo que les falta es fácil entrever que no son felices y que necesitan tener un contacto con nosotros para su negativa satisfacción. En base a eso hay dos estrategias: la primera consiste en no dirigirles la palabra. Solo con eso conseguimos romper el vínculo que ellos añoran e impediremos que nos proyecten su negatividad. Por otro lado si ellos no son felices, y si nunca lo han sido por su enorme carencia, lo mejor es fingir que nosotros si lo somos en exceso. Con esa actuación no solo los desconcertaremos sino que los convertiremos en un rastrojo emocional, convirtiéndonos nosotros en ese instante en las personas tóxicas de ellos. Llegado este punto, y gracias a la interpretación de una falsa alegría, felicidad, satisfacción o etc, serán ellos los primeros que sentirán la necesidad de alejarse de nosotros. A bote pronto estas son las maneras más contrastadas para curarse de toxicidad humana, de esa que hay tanto últimamente.

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