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Las manualidades no conocen mejor herramienta que las manos. Y, en los tiempos escolares, los trabajos manuales, a los que se da nombres diversos —Pretecnología, Educación Artística, Educación Plástica—, forman parte de las enseñanzas porque importa adquirir algunas destrezas para realizarlos. Asimismo, las manualidades son materia artística ya que conllevan una creación singular, incluso cuando lo elaborado responda a un patrón o modelo repetido. Las producciones industriales, tecnológicamente mecanizadas, atribuyen todavía más valor a lo hecho a mano y, por eso, los talleres, los lugares en que se trabaja una obra de manos, parecen espacios reservados para la transformación de la materia bruta en creación maestra. En la carpintería que reclama la atención del fotógrafo para capturar impresiones con la elocuencia de una instantánea —luces y razones—, las herramientas, bien dispuestas sobre las piezas de madera, están a la espera del oficio del carpintero. De ahí que representen el estado inicial de lo que se transformará por obra de un trabajo manual todavía no rendido a los catálogos del mobiliario en serie. Para el que también se necesitan, ay, otros trabajos manuales ante las enigmáticas instrucciones del montaje.

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