Tranquilidad

Una vez fuera de nuestras casillas, dejamos de analizar y, en vez de pensar, reaccionamos

Alguna vez me han censurado defender la necesidad de adoptar ante la vida una actitud estoica, sobre todo en tiempos de reclusión, miedo, ira, incertidumbre y nueva anormalidad. El estoicismo no es, desde luego, la única manera de enfrentarse al día a día, pero sí la que más me gusta. Pese a lo que nos pueda decir la sabiduría convencional, un estoico no deja que las cosas ocurran, no se encoge de hombros, no mira a otro lado. Ni por asomo: el estoico no huye del mundo, sino de lo irracional; no se encoge de hombros, sino que arrima el suyo; no se abstiene de intervenir, sino que lo hace intentando no perder los nervios; no es inmune a las pasiones, sino que intenta controlarlas o no ser controlado por ellas. El estoico no es un ser indiferente: es alguien que cree que, si no hay tranquilidad de espíritu, nada puede salir bien.

Contiene el "De ira", de Séneca, algunas perlas que deberíamos enmarcar, como aquello de que los ataques de cólera son una locura que nos impide la razón, nos echa en brazos de una angustia provocada por razones irracionales y nos lleva a no ser capaces de distinguir qué es justo y verdadero. Gran enseñanza me parece cuando dice que, una vez fuera de nuestras casillas, dejamos de analizar y, en vez de pensar, reaccionamos. Miren qué bonito pasaje en la bella traducción de Carmen Codoñer: "No hay razón para que creas las palabras de los coléricos: sus manifestaciones son grandiosas, amenazadoras; interiormente, su espíritu está lleno de miedo".

Vivimos tiempos de bulos, memes, desinformación y una ira difusa contra todo, contra todos, contra un presente que no es como nos vendieron, contra una falta de esperanza que nos oprime el pecho y nos desgarra el hígado. Son buenos momentos para actuar como escribía Tácito: "sine ira et studio", sin ira ni ensañamiento. Son buenos momentos para aprender a no dejarnos manipular; para aprender a actuar sin encolerizarnos; para aprender a mirar a nuestro alrededor sin perder la tranquilidad; para aprender a ser algo estoicos. Pueden echarme en cara que lo defienda; que busque alterarme lo menos posible; que crea en la razón y huya de la pasión; que prefiera a una persona con la que se pueda discrepar de viva voz antes que a alguien solo disponible para la agresividad, el malestar y la grandilocuente majestad de su pánico. Gracias por acusarme de estoico: ojalá algún día pueda llegar a serlo de verdad.

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