Utopías posibles

Transición a secundaria

No puede ser que la comunidad educativa desconozca lo que se hace en colegios que están en la misma zona

Al "iluminado" que se le ocurrió separar la Primaria y la Secundaria Obligatoria deberían darle el premio a la incompetencia. Este fue uno de los grandes despropósitos de la LOGSE que parece haberse instalado para siempre. No hay ningún motivo o investigación pedagógica que avale dicha decisión. Es una simple ocurrencia, genial desde el punto de vista económico, que venimos pagando muy caro. En la mayoría de países occidentales, la escolarización obligatoria se realiza en el mismo centro. No es lo mismo un centro en que el profesorado conoce al alumnado desde que no saben leer ni escribir, hasta los 16 años, que pasar por el trago de cambiar de escuela, juntarse con chicos y chicas de diferentes escuelas, multiplicar el número de docentes, o estar con personas de 16, 18 ó 20 años cuando apenas se tienen cumplidos los 12. Echo de menos que alguien tenga la suficiente valentía política y presupuestaria como para revertir esta situación, pero ésto no figura en ningún programa político.

En pleno período de preinscripción, son numerosas las familias que intentan "huir" de tal centro, recaban información, sienten miedo al cambio, a que ese niño o niña que ha sido excelente se les vaya de las manos al tomar contacto con la adolescencia plena. El cambio que se produce entre los 12 y los 16 es muy superior al que se produce a lo largo de toda la Primaria. En mayor o menor medida, la inspección empuja a que se hagan reuniones de coordinación entre etapas, intercentros, pero no es suficiente con cumplir el expediente y reunirnos un par de veces al año, una reunión con las familias y una visita rápida a las instalaciones. Sería necesario instaurar un auténtico plan de acogida de al menos dos años de duración, desde el comienzo de 6º de Primaria, hasta el final de 1º de ESO, planificando acciones periódicas, juntando alumnado de ambos centros con actividades académicas y lúdicas, escolares y extraescolares, contando con la participación de las familias. No puede ser que la comunidad educativa desconozca lo que se hace en colegios que están en la misma zona, a veces solo separados por una valla. Claro, que para eso se necesitan tiempos y espacios de coordinación, más allá del voluntarismo del profesorado al que tan a menudo se suele recurrir. Y de nuevo, la economía está por encima de cualquier criterio educativo, o del futuro de nuestro alumnado, de nuestros hijos e hijas.

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