Libertad Quijotesca

Trovadores del diálogo

El diálogo necesita un discurso racional con la intención de resolver los problemas mediante un acuerdo

DIÁLOGO viene del griego diálogos, de donde lo tomo el latín como diálogus. En el siglo XV se incorporó al castellano y en el siglo XXI es una de las palabras peor utilizadas de nuestro, nada original, presente. Significa: discurso racional o ciencia del discurso. Discusión sobre un asunto o problema con la intención de encontrar una solución, o de llegar a un acuerdo. ¡Oh Musas, si precisamente el Parlamentarismo es dialogar para alcanzar acuerdos en Democracia! Con ironía me pregunto por qué nuestros gobernantes no lo practican desde hace décadas. El filósofo Platón, allá en nuestra madre Grecia, fue el primero en emplear la dialéctica, es decir, el arte de oponer dos discursos racionales para buscar la idea suprema del bien.

Analizando el comportamiento que tienen nuestra élite de políticos profesionales, patrocinadores y patrocinados, me temo que les importa un comino Platón y el mundo de las ideas. Son más bien “hacedores de ocurrencias” que a los ciudadanos nos salen por un ojo de la cara, porque ponen en riesgo la calidad de vida de nuestra sociedad, de nuestra nación, y su capacidad para dialogar en este complicado mundo, que cada día parece más perdido y contradictorio. En España, especialmente desde 2015, no se dialoga, se dogmatiza y se miente con todo descaro. Se persigue con fanatismo inquisitorial nuestro idioma: el español. Hace falta ser insensatos. Se alientan guerras intestinas empleando las lenguas como arma arrojadiza, del mismo modo, saturando nuestra vida pública e incluso privada, con elementos de adoctrinamiento para el odio y la incultura más burda y autodestructiva.

El totalitarismo nacionalista lo necesita, es su sinrazón de ser. Los trovadores del dialogo han creado escenarios atroces donde terroristas hablan de derechos humanos y libertad. Sus composiciones son tan estridentes que necesitan de “relatores” para tratar de dar apariencia armónica a lo que no es más que el ruido trompetero de hordas a la caza del poder, por y para el poder, nunca para gobernar en democracia. Inclementes cada día nos martillean¡ con muletillas tales como “líneas rojas” o “cordones sanitarios” Los versos y la prosa de la vida real, a pie de calle, donde se gastan suelas, tienen otra música y una letra de voces cristalinas que cantan que los españoles no somos enemigos, ni extraños, no importa el lugar donde se haya nacido o vivido.

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