Turbios pasados

Hay miedo a saber la verdad. ¿Y quién tiene miedo? Aquel que, avergonzado de su pasado, teme verse descubierto

Cada uno de nosotros tiene su propia historia. Su propio pasado. Y lo que somos ahora es producto de tal pasado. Entre los acontecimientos que conforman nuestra realidad hay momentos que indudablemente nos pesan y que no nos gusta mencionar ni que se saquen a la luz. Por eso no nos hace gracia que alguien que nos conoció en aquellos momentos de horas bajas hable, comente o siquiera mencione alguna de aquellas cosas, y lo rehuimos. En muchos casos ni siquiera dejamos que afloren aquellos recuerdos y los tenemos sumidos en el inconsciente. Pero eso no significa que no hayamos sido quienes, con mayor o menor responsabilidad, actuamos como sujetos agentes. Y si Freud tiene algo de razón es más que posible que sacarlos a la luz, que aceptar la autoría, sirva para superar algunos de nuestros desequilibrios que los tenemos. Es como si hacer frente a lo que hay o a lo que hubo fuera un lenitivo para superar situaciones conflictivas. A veces también utilizan eso los asesores matrimoniales, y en estos casos el cónyuge o ambos cónyuges con algo que ocultar se muestran temerosos de sacar sus deslices a la luz. Es, en todo caso, un aprender de los errores del pasado. En las sociedades podemos encontrarnos con situaciones similares cuando anidan profundas divisiones ancladas en el pasado. No tenemos que ir muy lejos para encontrarnos ante un ejemplo paradigmático: el nuestro. Venimos de una muy no lejana guerra civil, procedente de una fuerte polarización, que dejó una huella muy profunda. Es de absoluta necesidad saber qué pasó en ese negro pasado si queremos llegar a una cierta reconciliación. Es necesario abrir y apoyar todo tipo de investigaciones, y no solo documentales, dirigidas a saber todo lo que sucedió. Se están publicando muchas obras por parte de historiadores con ese objetivo. Afortunadamente no se puede poner coto a estos trabajos. Sin embargo, y desde ciertas instancias políticas, se están poniendo todos los obstáculos posibles a la búsqueda de otros testimonios, que no son precisamente documentos, para dificultar, entre otras cosas, la búsqueda de restos humanos. Estas actitudes contribuyen seriamente a mantener la oscuridad y con ello el reconocimiento de las responsabilidades a que hubiera lugar. Sencillamente, hay miedo a que se sepa la verdad. ¿Y quién tiene miedo? Pues todo aquel que, como en el caso de los individuos avergonzados de su pasado, teme verse descubierto.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios