Juan José García

La UE menos dependiente del exterior

La autonomía estratégica es, según el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, "el objetivo de nuestras vidas". Ese fue uno de los temas estrella tratado durante la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE celebrada en Bruselas los días 2 y 3 de octubre.

La crisis del coronavirus actual ha puesto de relieve las fortalezas de la UE y también sus debilidades, no solo de cohesión interna, sino también de dependencia del exterior. Es en este contexto en el que los máximos dirigentes europeos consideran que lograr la autonomía estratégica, junto con una economía abierta, es un objetivo clave de la Unión.

Se lleva tiempo hablando de que Europa debe verse como una potencia geopolítica y también un bloque capaz de construir su independencia industrial y digital. La idea es que Europa no dependa tanto de terceros países y ello supone la necesidad de disponer de una industria que dé respuesta a los requerimientos más estratégicos y a las presiones de las otras potencias por mantener su hegemonía en algunos campos.

En el documento de conclusiones de la reunión de primeros de octubre se habla de reforzar el mercado único, apostar por una política industrial más ambiciosa, revisar las normas de competencia, protegerse de injustas y abusivas prácticas comerciales de otros países y transitar hacia la soberanía digital en sectores clave como el 5G, la inteligencia artificial y el big data.

Muchos expertos señalan que la postura de los EE.UU. en relación con Europa ha ido alejándose durante los últimos años y ya no cumple con el sistema basado en las reglas del pasado e incluso en muchos casos es un claro oponente de la UE. China tampoco acepta muchas de las normas, busca otro tipo de relaciones y presiona a sus socios comerciales para implementar su propio sistema, que pretende el acceso a otros mercados a pesar de que no da el mismo acceso al suyo, distorsionando así la competencia.

Cuando la UE se encuentra entre estas dos grandes potencias se plantea qué herramientas necesita para triunfar en las negociaciones

con ellas y para defender sus intereses dentro de la disputa que mantienen también entre ellas.

Este debate afecta de lleno a la soberanía industrial y también a la digital, un tren al que la UE llega tarde. El 90% de los datos europeos se encuentran en manos de empresas extracomunitarias y la UE no ha sido capaz de ubicarse en el mundo bipolar de sistemas tecnológicos frente a Estados Unidos y China y, para ganar en independencia, se necesita una posición común fuerte.

Algunos ven en estas medidas el viejo fantasma del proteccionismo en su versión europea, pero sin duda la UE tiene que ser más resiliente y capaz de establecer prioridades y de desarrollar sus capacidades en sectores estratégicos y también menos dependiente del exterior como se ha constatado de forma dolorosa durante la crisis del coronavirus.

Otras voces señalan que con esta estrategia de incrementar la autonomía en la UE existe el riesgo de crear campeones nacionales, fundamentalmente franceses o alemanes, en lugar de ganadores europeos. Esto ya ha ocurrido en el pasado, cuando sectores como el aeronáutico, electrónico o naval de los países europeos se aglutinaron en torno a las empresas más significativas de Francia y Alemania, perdiendo peso de forma gradual las empresas de los otros países hasta casi desaparecer en algunos casos (en España tenemos algunos ejemplos de ello). Pero, a pesar de los inconvenientes, no hay otra forma de competir con las empresas rivales de otros países.

El tema es complejo, primero hay que ser capaz de conseguir esa autonomía aunando los intereses de los 27, segundo hay que tener una dimensión tecnológica a la altura de las necesidades actuales y futuras y, por último, hay que responder a las presiones exteriores que intentarán evitar la existencia de un nuevo competidor. Yo diría que es bastante difícil que se pueda lograr.

A pesar de todo, es bueno que la estrategia de actuación vaya en la única dirección que, en mi opinión, garantiza un futuro razonable para una potencia política y económica como es la UE.

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