República de las Letras

ULTRADERECHA

Votar ultraderecha es ir contra la historia y la democracia. Es ir hacia un futuro incierto para nuestros hijos

Que son unas elecciones históricas, es obvio. No por repetirlo y oírlo mucho deja de ser una verdad. Se acaba una época, la del bipartidismo. Como siempre pasa en la Historia, las sucesivas edades se solapan. El fin de una no siempre coincide con el comienzo de la siguiente. Cuando empieza en Europa el Renacimiento, por ejemplo, aún no había terminado la época medieval. En España, cuando la burguesía comienza su revolución económica y política, la aristocracia ostentaba todavía el poder territorial y político -de hecho, la burguesía siempre quiso asimilarse a la nobleza, a la que tomó como modelo-.

Igualmente, cuando irrumpe en la escena laboral y política la clase obrera, la burguesía está en plena expansión económica y en plena carrera por la asunción del poder. Así que con estas elecciones se acaba definitivamente una época: la del bipartidismo.

Y se acaba con el hundimiento del PP, por sus numerosísimos latrocinios y golferías y por no haber sabido diferenciarse netamente de la ultraderecha, a la que ha hecho prácticamente la campaña electoral. En cambio, sobrevive el PSOE a pesar de sus numerosos y graves errores y del sonado golpe interno contra Pedro Sánchez.

Y comienza otra época, donde se descubre el rostro deshumanizado y ominoso de la aberración, del atavismo, del salto atrás, del fanatismo y del conservadurismo: el rostro de la ultraderecha.

Sus mensajes de odio al diferente -especialmente si es pobre: aquella teoría del moro y el jeque árabe o, peor, la de la famosa pintada, "Moros no, rusas sí"-; la utilización de las modernas fake news, lo que venían siendo mentiras, para construir falsos argumentos; la explotación del problema catalán como contrario a la sacrosanta unidad de España -como si algo humano fuese perfecto y eterno, dije ya una vez aquí-, unidad que para ellos no es en la diversidad, sino que viene de aquella otra, férrea y monolítica, de Franco; el fomento de las armas y su complemento, el odio, y la inclusión en sus filas -nunca mejor dicho- de gentes procedentes siempre de grupos y asociaciones de extrema derecha, todo esto hace que votarles sea ir contra el Progreso, contra la Historia, contra la Democracia que nos ha proporcionado el período de paz más largo de los dos últimos siglos, contra Europa, que nos garantiza la modernidad, y contra la paz social y política.

Votarles es ir hacia un incierto futuro para nuestros hijos.

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