Cuando hace ya algunos años, Diario de Almería me ofreció escribir una columna semanal pensé que si lo hacía sobre empleo y paro, pronto me quedaría sin temas. Que va. Podría, eso sí, es reciclar artículos de hace cinco o seis años, pues no salimos de lo mismo. Reformo, reformo la reforma, contrarreformo; quito, pongo. Esta vez, regresa lo que -probablemente- nunca se debió ir. El subsidio para mayores de 52 años.

Hablamos de un subsidio por desempleo reformado en julio de 2012 para subir la edad en la que se podría acceder de 52 a los 55 años y endurecer requisitos. Se volvió a reformar en marzo de 2013 para incluir una condición, que las rentas de la familia dividida entre los miembros de la misma no superase el 75% del salario mínimo. Eso entonces eran 481euros, no los 675 de ahora. Además, se redujo lo que el SEPE cotizaba por jubilación en este caso, al 100% de la base mínima, el salario mínimo de entonces.

¿Fue el cambio más adecuado para afrontar un hecho innegable, el gasto en protección por desempleo había llegado a los 31.000 millones anuales? Eso ya, es opinión de cada uno. Un dilema moral, que primar y donde. Lo cierto es que desde 2008, el desempleo de larga duración se disparó y la edad era una trampa. Miles de nacidos entre 1960 y 1962, empleados en la Construcción y servicios auxiliares, entre otros, perdieron su empleo. Agotaron paro, subsidios y a medida que cumplían 52 años pedían este que no era una cantidad importante ¿se vive con 430 euros? pero llegaba hasta la jubilación y el SEPE cotizaba por ella, así se tenían años para que la pensión no se redujera tanto. Esas reformas negaban una realidad, que una parte importante de los mayores de 50 años (y menos) que perdieron su empleo, especialmente en sectores como la Construcción, no volverían a encontrar trabajo, al menos estable.

La última reforma, la que en 2013 exigía rentas, fue anulada por el Tribunal Constitucional el verano pasado, porque era un decreto ley y no justificaba la urgente necesidad (un aviso para la actualidad) Ahora regresamos a 2012. La base de cotización por jubilación que paga el SEPE -incluidos los que ahora lo cobran- durante el tiempo que se esté cobrando, que puede ser quince años y llegar a los 67, será del 125% de la base mínima. Con el salario mínimo actual, eso se pone en 1.300 euros, más que muchas personas trabajando. El incentivo para encontrar empleo (o declararlo) desciende. Peor sería convertir a las víctimas laborales de la crisis, en permanentes, olvidados en la recuperación y con sus futuras pensiones reducidas al mínimo.

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