Se mantuvo la tensión acostumbrada - ¿Se prorrogarán? ¿Los agentes sociales se retirarán de la negociación?- Todo eso a lo que nadie ha prestado atención porque es la cuarta prórroga y cuarta vez que se acuerda en el último instante. El resultado es que hasta el 30 de septiembre sigue la actual figura de los ERTES. No hacía falta, no obstante, tanta tensión. Sólo se trataba de continuar un poco más con lo que teníamos. Quizás por última vez. Indicaría el éxito de la inmunización con las vacunas y su consecuencia de fin de las restricciones a la movilidad. Aunque desde sectores políticos de los que uno esperaría más afinidad hacia la clase obrera en general (en conjunto, sin descender al detalle si es trans o racializado) desprecie el turismo, como antes la construcción, con lo de no podemos ser un país de camareros, lo cierto es que somos un país de camareros. Y el paso hacia una economía más diversa no procede solo del deseo. El avance a la economía del conocimiento no vendrá, ya digo, del deseo, sino de la formación, que -sorpresa- exige esfuerzo. Estamos en un momento en en el que triunfan opiniones sobre que es más importante enseñar a manejar las emociones que las matemáticas. Bien, no lo dudo. No ponerse tenso en la cola del paro es importante. Y, aceptemos la realidad, a eso nos lleva despreciar el esfuerzo. Todo ello, sin olvidar, que con unas tasas de paro como la nuestra -en Almería del 17,14%- la NASA española esa que quieren crear no generará tanto empleo como la hostelería. Tres meses más. En Almería, en total, 54.719 prestaciones por desempleo covid se llevan aprobadas desde abril del año pasado -muchas de ellas a las mismas personas, claro, en sus diversas prórrogas, pero nos da una idea del gasto que ha supuesto: 1,5 millones diarios durante un año en nuestra provincia. No olvidemos a los autónomos de los que aún permanecen 6.000 cobrando el cese de actividad y tendremos los motivos que justifican la cuarta prórroga. El debate giraba sobre si incentivar más el retorno al trabajo o seguir como estábamos, con mayor reducción en las cuotas a quien seguía en ERTE. Lo que estimula la vuelta al trabajo no es la subvención sino la demanda, y para no tener más frentes abiertos, se sigue como estaba y además se mejora la bonificación de los que regresen. Todos contentos, que el dinero -a devolver por las generaciones futuras- no nos frene.

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