La tapia del manicomio

Ultrarruidos

Los teóricos de la conspiración suponemos que estarán siguiendo la pista a los rusos, norcoreanos o chinos

Un nuevo misterio para la ciencia está teniendo lugar en estos días en Cuba. Es un gran reto para que se estrujen el cerebro los más conspicuos científicos, ahora que estamos en vísperas de la concesión de los premios Nobel. Se trata, hora es de decirlo, del misterioso ataque sufrido por varios diplomáticos estadounidenses y canadienses destinados en la isla de los Castro. Veintiuno en total, a la hora de escribir esta columna. La nacionalidad y el oficio de los afectados puede ser un dato, pero ahí se queda todo lo que se sabe del asunto. Las especulaciones más difundidas apuntan a que se trata de algún tipo de "arma sónica", pero no se sabe ni siquiera si es infra o ultrasónica. En nuestro amplio abanico de saberes sobre esta materia sólo conocemos el caso de los pitos para perros y los que se utilizan para espantar ratones y cucarachas domésticos. Pero como no consta que hasta ahora hayan afectado a ningún humano, las investigaciones deben tomar otro camino. Los teóricos de la conspiración suponemos que estarán siguiendo la pista de rusos, norcoreanos o chinos, sin descartar a los fontaneros de Putin.

A la vista de que no se aclaran, nos atrevemos a sugerir una pista para que la sigan los servicios científicos secretos de las potencias afectadas (y de las que pudieran serlo, que más vale prevenir). Como resulta que uno de los afectados vivía en un hotel de una cadena española, por ahí tenemos un indicio consistente. Los dos puntos fuertes de la marca España son las tapas y el ruido. El escándalo que generan terrazas y discotecas supera con mucho las recomendaciones de la OMS. Los empleados de este tipo de establecimientos, según estadísticas fiables, padecen sordera desde bien jóvenes. Se estima que un camarero de discoteca sufre un 25 % de pérdida auditiva en un par de años de trabajo. ¿Por qué se creen ustedes que llevan el equipo de sonido del coche a toda pastilla cuando circulan por las calles? ¿Por jorobar al personal? ¡No!, es porque están sordos. Y como los hoteles españoles suelen tener discoteca (y tapas algunas veces), no sería raro que fuera la causa de este caso. Habrá que ver donde se alojaban los otros veinte afectados para establecer una casuística. Y también si los bafles de las discotecas emiten ultra o infrasonidos, además del perceptible coñazo estremecedor.

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