de reojo

José María / Requena Company

Usura: un cuento almeriense

FORMA parte de la flema local, que ser escritor y ser almeriense es algo imposible: un oxímoron que dirían los que gustan de afinar con las perplejidades. Aquí no es fácil torear los prejuicios cachazudos -y descarnados- de quienes eso de la habilidad ajena solo suscita guasa o recelo. Acaso por ello sorprenda hoy la avalancha de ediciones de autores locales y no sea cínico aventurar que nunca, quizá desde tiempos del culto Almotacín, hubo tantos y tan brillantes escritores almerienses brindando un repertorio de obras, cada vez más diversas y más virtuosas. El día 7 vuelve otra Feria del Libro, buena ocasión para que lo verifiquen y puedan acceder al ramillete de paisanos que flirtean en la división literaria de honor. Ya hablé de alguno y hoy añadiré otro, Pedro Asensio y su obra "Usura", novela de prosa justa, amena, donde borda una intriga trenzada en varios planos, policíacos, bancario e internauta, bien zurcida y que sin ser especialmente enrevesada logra estirar el interés del lector, saltando de un plano al otro. Lo que, al cabo, resulta un acierto porque no se ciñe a ensamblar los mimbres de un asesinato ramplón sino que los va mezclando con sabrosuras cultas o de compadraje localista sobre la temática que ya revela el título, Usura, siempre de moda en la sensibilidad social. Porque la desmesura en los intereses del mercadeo, se expiaba en el Código Hammurabi (siglo XX a.C.), en la Atenas de Solon o entre unos judíos que los prohibía entre sí, pero no en sus préstamos a gentiles. De ahí que la secta ebionita donde nació Jesus, desde el apóstol Santiago a san Buenaventura, maldijeran los préstamos con interés y el "turpitudo" o fango moral del mercadeo que condenaba el infierno. Pero la novela no llega a tanto y entrevera el "turpe lucrum" canónico con una intriga ligera que dosifica con sentido sin abusar de la áspera dialéctica de los intereses y la especulación glorificada hoy por un imperio financiero implacable e insaciable que no descansa ni en domingos ni en festivos. Como buena literatura que es, el aroma negro de género, lo asea con entelequias pedagógicas o frescos costumbristas, pero sin perder nunca el nervio estilístico del cuento. Cada cual verá, yo me quedo con esto último. Con lo que tiene de cuento contado en clave paisana, entre anécdotas sobre el edificio las Mariposas, el cargadero del mineral o el entrañable origen del nombre del club de fútbol Español de El Alquián. Entre apellidos -como Almocita, Brea, Berjón o Rivas- o lugares desde Venta Gaspar al Zapillo, que acicalan una orografía literaria tan familiar como creíble. O sea, otro escritor almeriense para alegrarnos cualquier tarde otoñal.

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