Utopías posibles

Luis Ibáñez

Profesor

Apocalipsis móvil

Hoy en día, lo menos importante de un teléfono móvil es que sea teléfono. Todos lo utilizamos como fuente de información

En educación estamos muy cansados de cortinas de humo. Debates intrascendentes, irrelevantes, que no van al fondo de los graves problemas que ocurren día a día en las aulas. Hace unos días saltó la noticia de que la ministra de educación, Isabel Celaá, está planteándose prohibir los móviles en las aulas. Respecto a este tema me viene a la cabeza el caso de aquel centro donde no llegaron a sacar los materiales del laboratorio de las clases porque el alumnado "lo va a romper", o aquel otro donde no ponían papel higiénico en los baños, porque los chavales "atascan los baños". Los que tenemos ya cierta edad, y contamos a nuestro alumnado que hubo una época en que no existía internet (y al alumnado le cuesta creerlo), contamos batallitas sobre lo difícil que era encontrar (simplemente encontrar) cierta información, especialmente quienes vivíamos en un pueblo, con una biblioteca y recursos limitados. Era una auténtica hazaña simplemente encontrar un párrafo o una página de información de determinados temas. Los compañeros y el profesorado se sorprendían. "¿Dónde has encontrado eso?", decían.

Hoy en día, lo menos importante de un teléfono móvil es que sea teléfono. Todos lo utilizamos como fuente de información, para hacer fotografías, vídeos, para consultar el tiempo, comprar entradas, para leer el periódico, para las redes sociales… las posibilidades son casi ilimitadas. Se puede jugar, leer artículos serios, compartir, elaborar blogs y utilizar todo tipo de herramientas y aplicaciones que hacen del móvil una especie de "mini ordenador" de bolsillo. Siempre nos estamos quejando de la cantidad de recursos que nos faltan, y en un pequeño aparato de 10 centímetros tenemos una grabadora, una cámara de fotos, cámara de vídeo, todas las enciclopedias del mundo, vídeos, opiniones y capacidad de compartir recursos… El móvil no va a sustituir las necesidades que tenemos en las aulas, pero sí que es un instrumento que puede ayudarnos a compensar las diferencias entre los recursos del alumnado.

Si la labor de la escuela es educar, en sentido amplio, si entendemos que no solamente debemos dar contenidos, si educamos para la vida real y para crear ciudadanas y ciudadanos del futuro, entonces es imprescindible no poner puertas al campo, que no hagamos una absurda prohibición que de nada servirá al traspasar la puerta del aula. Móvil, sí. Educar para un buen uso del mismo, también.

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