República de las Letras

VIAJES DE ESTUDIOS

Los viajes de estudios ya no son lo que eran. Y mucho menos en estos tiempos de pandemia

¡la que han liado los niños con los viajes de estudios! Las fiestas de fin de curso en hoteles y barcos, los botellones y un macroconcierto sin respetar las medidas anticovid han dado como resultado más de 600 contagiados y 2000 estudiantes en cuarentena de entre los que habían viajado a Baleares. En Salou y Lloret de Mar, casi 40 más en sendos viajes de estudios. Y la variante delta asomando la patita por debajo de la puerta -siempre he dicho que la India es una bomba de relojería económica, política y social, que incluye lo sanitario-.

Pues los viajes de estudios, como cualquier viaje en tiempos de pandemia -epidemia a escala mundial-, igual. Mientras no haya un número alto de vacunados -¿cuánto es eso, el 50, el 70 %?: tampoco esto lo han aclarado los políticos- todos los viajes son una aventura, no como las imaginamos siempre, sino sanitaria: podemos venir con otra mochila, la del coronavirus, como les ha pasado a esos estudiantes que viajaron a Mallorca.

Que se les siga denominando viajes "de estudios" es una ironía. ¿Qué estudian los estudiantes en un viaje "de estudios"? Mejor llamarlos viajes de fin de curso o algo parecido, pero no de estudios. Ideados por la Institución Libre de Enseñanza -esa bestia negra del franquismo en materia educativa-, que rechazaba el libro de texto y prefería una educación práctica formada sobre todo por viajes y excursiones, durante la República participaron en ellos Machado y Lorca, por ejemplo, y mantuvieron su espíritu inicial -más o menos- hasta los años 60, pues durante la dictadura franquista se practicó un cierto tipo de viajes que se aproximaba a los de la vieja ILE proscrita. En Almería los practicó Celia Viñas durante los años 40. Pero a partir de la implantación de la EGB los viajes de estudios devinieron en viajes de celebración, no del fin de un curso, sino del fin de una etapa educativa o de una carrera. Se les siguió llamando viajes de estudios, pero en realidad eran viajes de estudiantes o de exestudiantes. Nada que ver con los programados por la ILE en los años 30. Cierto que, sobre todo en los organizados en las etapas primeras, fin de la EGB, de la ESO, se han incluido siempre visitas a monumentos o museos, pero nunca fueron estas visitas el meollo del viaje. A esto se une la enorme responsabilidad asumida por el profesorado acompañante. Y más en pandemia. Mucho cuidado con ellos. Pueden salir muy caros.

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