Llama al festín al que te quiere, al enemigo déjalo". Esto nos recomienda Hesíodo, y de acuerdo con su consejo, aquí, en Lubrín, estaremos el domingo llamando a los amigos para celebrar la fiesta. Es el momento oportuno para la celebración. Hace unos tres meses, aquí como en tantos otros sitios se acabaron los viajes a la cooperativa llevando la (parca) cosecha de las almendras. También terminaron las discusiones con los compradores sobre los precios, si bien, y por desgracia, son regateos que dan poco juego: nos dictan los precios y pagan lo que quieren. No se puede hacer gran cosa: "es el mercado" que dijo aquel. Aunque eso es algo que más valdrá olvidar ahora. Vamos a la fiesta. También un paseo por la almazara muestra que ya se están acabando las olivas. Casi no quedan en los árboles y se da por terminada la recogida de la cosecha. No ha sido muy generosa, es verdad. Pero el domingo, por suerte, también lo vamos a dejar de lado. Estamos viviendo un ciclo que se acaba, pero hay señales de que otro ciclo comienza. Son los almendros en flor y las primeras almendra cuajadas y el sonar de las abejas y el aroma que embarga los que anuncian que todo empieza otra vez. Y el pesimismo optimista, o el optimismo pesimista de nosotros, los agricultores, se fija en estas señales y se empieza a rezongar: "si lloviera, si lloviera"; o también "si no helara, si no helara". Y temiendo lo peor se confía en que alguna vez cambiará la suerte. De ahí la fiesta y el símbolo del "santo". La fiesta es la alegría, confianza en que sucederá algo mejor y se muestra en los panes a los pies de una imagen transida de flechas. Pero la ofrenda no se limita a los pies del santo. Haciendo caso nuevamente a Hesíodo actuamos como "el varón que de grado da, incluso con largueza, y goza en el obsequio y disfruta en su corazón". (Perdonen eso de "el varón", pero en aquellos tiempos no había conciencia feminista) Caen para todos los roscos desde los balcones, y luego, en la plaza se comparten con alegría el ajo blanco, las anchoas y, cómo no, los roscos recogidos al vuelo. Por eso, y repitiéndonos, llamamos al festín de Lubrín a todos aquellos que queremos, sobre todo este año en el que la fiesta, el día 20, cae en domingo. Hay fuerte competencia, desde Fiñana y Gérgal. Pero nada obsta para una peregrinación desde un sabroso mediodía en Lubrín hasta una magnífica culminación con el mosto y los cohetes de Fiñana.
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