Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Ven a la ola de calor

El opio del pueblo va mutando de la mano del estado tecnológico y de la dominación de las personas corrientes por el prodigio y la condena que es internet, que puede muy bien ser la prisión de la hiperconexión. El móvil es hoy el hegemónico opio del pueblo. Desde la religión que señaló Marx, que fue quien acuñó el término, o antes el panem et circenses romano o el fútbol aún hoy, pasando por el alcohol y las drogas, el emprendimiento sin un chavo, el consumismo, el turismo democrático y hasta Sálvame y MYHYV, los opios del pueblo -hay más de uno- han encumbrado desde hace ya un tiempo al parte meteorológico a algún lugar de su estupefaciente podio. Es el objeto de todo el deseo de inserción publicitaria de élite en nuestra ración de tele diaria, y su duración se incrementa hasta desbancar a las noticias de deportes (o sea, de fútbol) como sección de mayor peso y tiempo en los noticiarios. Esta semana, como todos los años, hemos sufrido un bombardeo de mapas rojos como la espalda de un nórdico en Torremolinos. Tomando gazpacho fresquito con el aire acondicionado puesto mientras ves el telediario, pero con un goterón de sudor cayendo por el parietal, del mismo miedo a fenecer churrascado. Isobara y ola de calor en vena.

Sin embargo, de nuevo la gran migración anual del pareo y la chancla ha vuelto a producirse este fin de semana: unos que vienen de la segunda quincena y otros que se van la primera; la vida sigue igual. Gente que se embute en un coche lleno de utensilios de veraneante, quizá para compartir apartamento de temporada con un grupo heterogéneo, quién dijo miedo, pasando mucho de pandemia y otro tanto de la ola de calor, a riesgo de verse tirado en un arcén esperando una grúa, y no quiero ser cenizo. Hay amigos sinceros en sus whatsapp: "En Sanlúcar estamos achicharrados", "Me devoraron los mosquitos en Ayamonte". Hay otros que no dan un paso atrás ni para tomar impulso, aunque el levante los esté dejando majaretas o la humedad a pie de playa sea insoportable (la playa siempre fue un territorio inhóspito y hasta insalubre, hasta que en el siglo XX se inventó el veraneo). Son los gladiadores de la ola de calor, gente realmente admirable por su tesón, A ellos y ellas (yo diría que hay más mujeres playadictas que hombres) no les arredra el parte. Claro, que si el parte lo da la bella Cristina Granados en Canal Sur, el calor ya tiene otro color. Y permitan -o no, da igual- los micromachismos de las dos últimas frases. Es de la misma calor, que lo perturba a uno.

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