Ni siquiera la gran alteración que venimos sufriendo en nuestras vidas con la covid-19 ha sido suficiente para cambiar la pasión que tienen algunos por la venta de humo. Desde que comenzó la pandemia, hay quienes se han dedicado a colocarle la etiqueta de medidas para recuperarnos de la covid-19 a todo, tanto a medidas realmente nuevas como a otras que ya estaban previstas con anterioridad, con la idea de aparentar que hacen más cosas de las que hacen en realidad.

Decir, como ha dicho la Junta, que pone en marcha un plan especial covid-19 para invertir 69 millones de euros en obras hidráulicas en la provincia de Almería es un ejemplo práctico de esa venta de humo a granel. Las mismas obras, prometidas en los presupuestos de 2019 y 2020 y no ejecutadas, sirven ahora para decir que son medidas contra la covid-19. Lo mismo se puede decir de los avales para préstamos agrícolas, medida poco utilizada por los agricultores, divulgada antes de la pandemia y que ahora ha sido empaquetada como medida covid-19. El papel lo aguanta todo, aunque la realidad sea muy diferente.

Frente a este 'merchandising', sí existen medidas diseñadas expresamente para luchar contra la pandemia y sus efectos. Las aprobadas por el Gobierno de España son el mejor ejemplo. A través de ellas, en Almería se ha ayudado ya en abril a más de 90.000 personas, que han recibido casi 70 millones de euros en prestaciones. En mayo vendrán otros tantos, para seguir ayudando a quienes lo necesitan: desempleados, trabajadores incluidos en ERTEs, autónomos o empresas.

Con la apertura de playas para el baño tenemos otro de los humeantes ejemplos que el Gobierno andaluz ha desplegado. Llevan semanas anunciando su apertura para el 25 de mayo, cuando saben que en el plan de desescalada esa posibilidad se contempla para mitad de junio. La Junta ha seguido insistiendo en su fecha, cuando sabían que era imposible y no ha sido hasta estos días, con el humo ya esparcido, cuando han rectificado.

Hay quienes piensan que repitiendo una mentira muchas veces, esta termina convirtiéndose en una verdad a los ojos de los ciudadanos. Por eso, una y otra vez, vuelven con la burra al trigo. Afortunadamente, ni todos los gobiernos son así ni los ciudadanos se lo tragan todo. Seguimos.