Cuando he empezado a escribir, se me ha ocurrido hacerlo con una verdad "del barquero": a ningún granaíno se le ocurre comer en Agosto una olla de San Antón, ni a nadie de Almería una olla de trigo. ¿Por qué? Pues porque tenemos muy claro que con la calor que hace en los dos lugares, le puede dar un tabardillo o algo semejante. Eso es fruto del conocimiento popular, adquirido por la observación y la experiencia de unos cuantos años. Y hablando de observación, me he acordado de aquél que fue a la selva del Amazonas y un amigo le encargó un loro, pero él le trajo un mochuelo. El amigo le dio las quejas de que no hablaba y él le contestó: pero ¿has visto cómo se fija?

Conclusión, queremos regular la temperatura de todo: ¡error! ¡craso error!. Imposible. Hay que convivir con el calor. Si. Ya se que dentro de un orden. Pero hay que convivir.

Lo que hay que hacer, ahora que todos nos hemos vuelto conservacionistas, aunque sea porque pintan bastos en el asunto de la energía es, como siempre, ir a la base del problema. Examinarla y tener claro hacia dónde queremos ir y dónde queremos llegar, porque a lo mejor tenemos que hacer como el mochuelo: fijarnos en lugar de hablar.

Lo primero, pensar en los horarios de trabajo. Igual hay que cambiarlos. Nadie habla de eso. Recuerdo que en verano, en La Habana, el primer día que salí a dar un paseo a las siete y media de la mañana, las calles estaban llenas de personal, que según ellos "iban a averigual" (la ele final es la pronunciación que hacen ellos).Lo segundo, nadie habla de la contaminación lumínica del cielo. Sería bueno preguntarle a los que se pasan la vida mirando al cielo, y que nos dijeran la iluminación aconsejable de las ciudades. Pero si les preguntamos que sea para cumplir las recomendaciones.

Por otra parte, también habría que distinguir entre temperatura y sensación de calor. Y ahí juegan un papel importante los ventiladores: consumen menos electricidad y dan sensación de bienestar. Y para terminar: en verano o pasas calor o pillas una pulmonía. Lo del punto medio no está conseguido. Igual que no hemos conseguido saber qué quieren los gobiernos con la producción de energía. La única que no contamina ni provoca peligros ni residuos, es la hidroeléctrica. Quitando esa en las demás hay que hacer balance ecológico de producción. Hasta de la eólica, cosa que normalmente no se dice. Así que casi siempre que las personas cambiamos algo en la Naturaleza, la fastidiamos por la base, a la Naturaleza, porque no queremos renunciar a nada ni tenemos en cuenta que los efectos de las actuaciones, llegan diferidos en el tiempo y en cascada. ¿Y esto lo quieren arreglar con un decreto? "Pa mí, que hay algo que no veo".

Ignacio Flores

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