Verdad judicial o realidades

Y en este caso, si el perito aspiraba a esclarecer las movidas de esa maldita noche, ¿era justo que se evitara?

Sobre el ajetreado multiproceso por el vil asesinato de Marta del Castillo, se publicó esta semana una noticia chocante: 1) Un Juez autorizó un informe pericial para clonar los móviles de varios implicados y así geolocalizar sus tránsitos la noche del asesinato. 2) El perito solicitó al Juez que desbloqueara las tarjetas SIM no solo de los investigados, sino además del resto de los ya condenados o absueltos para que el informe incluyera a todos los presentes allí, aquella noche. 3) Pero el juez deniega tal ampliación de la pericia y ordena al perito a que se ciña a los hoy rastreados. Aunque la prensa no lo aclare, no creo arriesgado inferir que el Juez vela por la "verdad judicial" ya declarada en otros juicios previos y evita que se puedan revisar las conductas de los que han sido juzgados. En todo caso y como ignoro las claves procesales del asunto nada de lo que diga debe leerse como crítica a tal decisión judicial. O casi nada. Y mejor que se lea esto como un resorte de ese "instinto de justicia" que portamos los humanos, (y humanoides, desde los bebés a los primates), que nos incita a rebelarnos contra lo que veamos como no equitativo o injusto. O sea, cómo ver ese veto a que el técnico investigue lo que cree posible analizar, dando la impresión de que sea la verdad "judicial" la que impide abrir nuevas vías hacia otra verdad, la real, por si no coincide con la versión del hecho ya sentenciado. Porque si fuera, como parece, que el super experto en móviles cree posible trazar los trayectos nocturnos de todos los reunidos, ¿cómo no agotar esa posibilidad, por remota que fuese? Cierto es que en nuestro sistema procesal el juez debe aplicar el derecho positivo y no puede alterar la ley aunque la vea errada o disonante con el sentir popular. Pero ningún precepto legal prohíbe que se desoiga o desnaturalice ese derecho a la verdad real al que aspiramos cada hombre en particular y la sociedad como ente. Un derecho consagrado en las Partidas que exhortaban al juez a «catar la verdad en cada pleito sobre cualquier otra cosa de este mundo y a ser acucioso en conocerla de cuantas maneras pudiere». Así que si como abogado, asumo que se respete lo ya juzgado, como ciudadano no puedo justificar que se descarte conocer otro relato de la realidad, si la técnica lo permite. Y en este caso, si el perito aspiraba a esclarecer las movidas de aquella maldita noche, ¿era justo que se evitara?

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