Adela Segura

Verdades como puños

Como no tienen el liderazgo de España, las tres derechas se pelean por liderar su ideología

El caos que han generado los autollamados liberales de Rivera, que no han podido dar el anhelado 'sorpasso' a la "derechita cobarde" (según la bautizó Abascal), y esa "derechita cobarde", que ha querido parecerse a la derecha franquista para intentar contener esos votos que se le iban a borbotones, ha dejado verdades como puños sobre cómo es la derecha española y cuán poco le importa su país.

Hemos visto a tres líderes dando bocados en sus propias filas. Casado pasó de ofrecer a Vox entrar en el gobierno, repitiendo así el pacto de Andalucía, a decir que son la derecha radical y que han nacido y se han mantenido con dinero público.

Los 'hijos' de Aznar no se ponen de acuerdo sobre quién se queda con el liderazgo y lo peor es que han confundido a España con un campo de batalla. La ciudadanía no es el centro de su programa; para estos señores de la derecha, las necesidades de los españoles son secundarias. Los españoles que esperan que su país tenga libertades, decencia y derechos no darán crédito, estarán alucinados ante estos debates de salón.

El peligro para la democracia real no es Vox, sino los dos gallitos de pelea PP y Cs. Cuando los retos son la creación de empleo, luchar por la precariedad laboral, la gratuidad de la educación de 0 a 3 años, las becas… estos dirigentes con pegamento de ultraderecha se dedican a elaborar listas negras de las personas que trabajan para proteger a las víctimas de violencia machista. Es una inmoralidad que PP y Cs abracen a Vox y cedan a sus peticiones para mantener sillones.

El PSOE, con las medidas que ha podido tomar con apenas 84 escaños y con un programa marcadamente social, ha sido el partido más votado en las últimas elecciones generales porque la población necesita una puerta al futuro. Esta circunstancia ha provocado que el invento que las derechas materializaron en Andalucía les haya fallado.

En nuestra tierra, los perdedores se unieron para evitar un gobierno de progreso y, para más desfachatez, se proclamaron como la solución que habían elegido los andaluces, negando la realidad, que era que el PSOE había ganado.

Ahora, sin embargo, la respuesta de la ciudadanía en las urnas, en estas elecciones generales, les ha quitado la autoridad que se habían otorgado. En España es evidente que no tienen el liderazgo, así que sólo les queda pelearse por liderar su ideología.

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