República de las Letras

Victoria épica

Pedro Sánchez ha dado la gran sorpresa: los militantes del PSOE han desautorizado al aparato y lo eligen Secretario General

Ayer, una Susana Díaz derrotada comenzaba una nueva etapa en el Palacio de San Telmo de Sevilla: la de la conspiración para ganarle el congreso de junio a su nuevo secretario general, Pedro Sánchez. Contra todos los pronósticos, contra el aparato, contra los varones históricos, contra los golpistas, contra el estamento económico, contra la inmensa mayoría de los medios de comunicación -entre ellos, esta misma cadena de periódicos-, contra el discurso del miedo y el de "o yo o el caos", y contra la derecha, que apoyaba a Susana Díaz, un Pedro Sánchez sin medios económicos -en el paro, dijo que estaba, desde que abandonó el escaño-, sin respaldo institucional, sin la compañía de grandes figuras históricas, sin el apoyo de un cargo público importante como el de su oponente, y cuestionado, además, permanentemente desde la defenestración que sufrió el 1 de octubre pasado hasta el origen y recuento de sus avales, un Pedro Sánchez, digo, abandonado por todos, ha puesto fin al PSOE de la Transición, al de Felipe y Guerra -¿se acuerdan de aquello, tan antidemocrático: "el que se mueva no sale en la foto"?-, al PSOE de la democracia fingida, del ordeno y mando, de las conspiraciones y la puñalada por la espalda, y ha abierto el partido a la militancia, una militancia que lo ha erigido en héroe indiscutible del drama socialista. Ya no se podrá dar a la gente discursos sentimentales, con frases grandilocuentes y llenos de ocurrencias como han sido todos los de Susana Díaz, quien, por cierto, no ha presentado su proyecto de partido hasta cuatro días antes de las votaciones, en una clara actitud no democrática, mesiánica y derechista. La que pretendía "coser" el partido -si ganaba ella, claro- se resistió la noche del domingo a hacerse la foto con Pedro y Patxi, se abstuvo de felicitar al ganador y se puso a disposición del partido, no de su secretario general, lo que demuestra el talante escasamente democrático de la perdedora y fue punto de partida de la nueva etapa que se abre para los susanistas andaluces -sí, esos que tras treinta y siete años de gobierno no han conseguido rebajar el paro y aplican a los empleados de la Junta de Andalucía la reforma laboral de Rajoy-: la de trabajar para llenar del congreso de junio de delegados suyos a fin de limar el poder que la militancia socialista ha otorgado a Pedro Sánchez. Susana ha perdido. Ha perdido Rajoy.

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