Utopías posibles

Vida, trabajo, educación

Como sociedad, estamos en encrucijada. Vemos cómo se acerca el momento de elegir entre vivir, trabajar y educar

Como sociedad, estamos en una seria encrucijada. Vemos cómo se acerca el momento de elegir entre vivir, trabajar y educar. La base de nuestra economía está en el trabajo, del que deriva la estabilidad personal, familiar, la posibilidad de progreso de la sociedad y de las personas. Sin trabajo, sencillamente no hay futuro. La educación, en el fondo, está íntimamente ligada al trabajo por distintos motivos y de diferentes formas. Si los adultos trabajamos, necesitamos alguien que atienda a nuestros pequeños. De lo contrario, no podríamos trabajar. Nos guste o no, esta es una de las funciones de la escuela obligatoria: la custodia de niños y niñas. No es una función que carezca de importancia, por más que al profesorado no nos guste pensar en la escuela como simple "guardería" o "aparcaniños". Y luego está la educación como ascensor social, que brinda la posibilidad de acceso a determinados trabajos y a tener, por tanto, un mejor futuro. Aunque haya cada vez más voces que afirman que "la universidad es una fábrica de parados", los datos están ahí. El paro es muy inferior entre jóvenes con estudios superiores respecto a la población joven sin estudios, o solo con estudios básicos. Aparte de esto, también estamos quienes creemos que la escuela no es solo para hacer el juego al sistema económico, sino un sitio donde aprender a relacionarnos, a tener conciencia crítica, aprender a ser ciudadanos democráticos, etc. Sinceramente, al sistema le importa un pimiento este último objetivo, aunque seamos muchos quienes luchamos por ello y la ley esté impregnada de bonitas frases aquí y allá. Al chiringuito económico solo le interesa tener trabajadores cualificados.

Y queda un tercer elemento: la vida. Sin trabajo no hay futuro, sin estudios no hay futuro, pero sin vida, no hay nada de nada. Ni futuro, ni presente. Podemos imaginarnos mil maneras de salir de una nueva situación de confinamiento domiciliario, incluso podemos no salir, pero nos quedaría la propia vida para seguir luchando por construir el futuro. Con los datos de la pandemia en los últimos días, sería deseable que todos (familias, profesorado, responsables políticos, incluso plantearlo al alumnado) dijéramos claramente qué elegimos, vida, trabajo, educación... Algunos lo tenemos claro y echamos de menos que otros no tengan la honestidad de decir claramente que la economía les importa mucho más que la vida.

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