Viernes

Ahora escribo las cosas que nadie ve y no escribo nada de lo que veo. Era viernes y mi abuelo me llevaba de la mano

Es viernes y mi abuelo me lleva de la mano. Es miércoles y voy vestido con túnica y me lleva de la mano una persona muy joven delante de un trono. Mi abuelo me lleva en su coche pero yo no veo nada porque ha llovido muchísimo y todo es agua, tanto que se ha llevado un puente y así ha quedado para siempre, década tras década, se puede ver desde la carretera, el río sin agua, el puente sin puente, los estribos de piedra abandonados. Es viernes y es un día muy luminoso y también voy vestido con túnica con una capa amarilla. Es viernes y tengo tres o cuatro años. El tiempo, como el puente, se para, para siempre en una foto de papel duro con bordes troquelados y enmarcada con una franja blanca. Años después, después de pasar el viernes, seguía oyendo tambores de vez en cuando en la calle, pensaba que iba a volver a pasar la procesión. Por la ventana de madera de mi habitación se filtran los haces de luz que luego reflejan en la pared las imágenes inversas con colores que se mueven y abro la ventana pensando que van a volver a pasar los nazarenos, pero no vuelven a pasar. Es sólo un instante, un minuto, pasan y se van y ya no vuelven. Después, crees oír los tambores como si vinieran a lo lejos y acostado en la cama ves las imágenes al revés proyectadas por los haces de luz que se filtran por una pequeña abertura en las ventanas. El tiempo se ha enmarcado en una fotografía gigante y se ha puesto en una ermita atestada de estandartes y túnicas y yo miro hacia atrás o miro a la cámara del tiempo. Mi abuelo me sigue llevando por las calles y los tronos se están recogiendo pero yo insisto en que no me quiero ir hasta que no se encierre el último trono. Súbitamente me despierto en esa habitación de techos altos y ventanas de madera y ya no hay procesiones, ya se ha terminado todo, ya no hay nada. Es miércoles y voy vestido con una túnica más grande y todo se me hace pesado y agotador, ya no es lo mismo, la procesión es más grave, cuesta llegar al final. Es jueves y ya no tengo túnica y voy esperando ver cosas grandiosas y veo lo mismo siempre diferente, rápido, pasa rápido el cortejo y hace sol, hace el mejor tiempo posible y pasa veloz. Ahora me veo pasar a mi mismo muy pequeño vestido con una túnica y ya no veo nada, ahora soy un turista, un espectador. Ahora escribo las cosas que nadie ve y no escribo nada de lo que veo. Era viernes y mi abuelo me llevaba de la mano.

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