La Virgen del Mar, oasis de esperanza

Somos frágiles, a pesar de los avances tecnológicos, mortales ante virus agresivos, sin olvidarnos de otras situaciones

Hoy, 31 de agosto, sin feria ni fiestas, han finalizado a nivel litúrgico los actos en honor de la Santísima Virgen del Mar, Patrona Coronada y Alcaldesa Perpetua de la ciudad de Almería, que este año de la Covid - 19 ha coincidido con la efeméride del quinientos aniversario de la constitución canónica de la corporación cofrade de gloria, testimoniado a los hermanos difuntos que nos han precedido en la fe.

Con unción silenciosa, se estableció en esta vetusta ciudad con vistas a la mar para dar culto público en el Santuario de Santo Domingo de Guzmán, a tan insigne y marina imagen mariana de Torre García, bajo la dirección espiritual de la Orden de los Padres Dominicos en comunión eclesial con los capitulares del cabildo de canónigos de la S. y A. I. Catedral de la Encarnación.

Una semana en su honor cuya principal acción de apostolado con limitaciones sanitarias han versado con las magistrales homilías de los padres dominicos, canónigos y prelado de la diócesis, así como, del seglar pregón mariano realizado al comienzo del ciclo. Podría decirse, que este año la Palabra de Dios nos ha impregnado de una belleza significativa especial ante los momentos difíciles que atravesamos, haciéndonos recordar que el Señor ha muerto y resucitado para darnos la vida eterna.

Siempre nos debería de arder el corazón al escuchar los sermones, porque unos hombres llenos del Espíritu Santo dentro del Magisterio han reflexionado a viva voz desde el sacratísimo ambón del presbiterio, que es urgente volver al humanismo cristiano para afrontar con fuerza y alegría la misión que tenemos como católicos de iluminar los sufrimientos de los que están más cerca de nosotros en la bondad de Dios y a dignificar el dolor con alivio espiritual desde la cruz de Jesucristo.

Somos frágiles, a pesar de los avances tecnológicos, mortales ante virus agresivos, sin olvidarnos de otras situaciones o enfermedades que quiebran la vida: el hambre, falta de agua, abortos, desempleo, cáncer, sida, accidentes de tráfico, de trabajo, suicidios, asesinatos, guerras, etc.; y dejando a la praxis científica hacer su trabajo y a la gestión pública de quienes nos gobiernan para que no se alíen con la soberbia del poder y nos arrastren al ateísmo, solo nos queda depositar humildemente los corazones con razón de éxito en la sabiduría de Jesucristo, que con la intercesión de su bienaventurada Madre, la Virgen María, nos dé fortaleza y esperanza.

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