La Virtud

La virtud está presente en todas las culturas a través de seis fuerzas que nos conducen a la excelencia

Esta semana he intentado acercarme al constructo de virtud. Si bien el concepto ha evolucionado desde su concepción clásica podemos establecer una referencia común. Entendemos esta como la disposición de hacer el bien en su justa medida, evitando caer en el exceso y en el defecto. Como si de un arquetipo jungiano se tratase la virtud está presente en todas las culturas, independientemente del lugar geográfico y del marco temporal donde se hayan desarrollado. Existe un estudio muy interesante que analiza cómo se articula la virtud en las grandes tradiciones religioso-filosóficas. Así, Katherine Dahlsgaard y sus colaboradores descubrieron una cantidad importante de congruencias en el concepto de virtud según budistas, confucionistas, cristianos, hinduistas, judíos, taoístas y lo que vienen a llamar "filosofía ateniense", donde destacan a Sócrates, Platón y Aristóteles.

Todos estos grandes sistemas conceden una importancia capital a seis fuerzas cardinales que, en conjunto, darían lugar a la llamada Virtud (con mayúscula). Veámoslas. El Valor, entendido como la fuerza emocional que nos impele a luchar por alcanzar metas nobles a pesar de la oposición existente. La Justicia como fuerza cívica y personal que busca la ecuanimidad. La Humanidad, definida como la fuerza interpersonal que implica cuidar, ayudar y atender a los demás. La Templanza como fuerza que protege contra los excesos, destacando entre sus herramientas el perdón y el autocontrol. La Sabiduría como fuerza cognitiva que implica la adquisición y el uso de conocimientos. Y finalmente la Trascendencia como fuerza que forja conexiones con el universo más amplio, proporcionándonos significados.

La investigación arrojó algunos resultados más a tener en cuenta. Los pocos estudios que se han hecho al respecto en sociedades no literarias, como los inuits de Groenlandia o los masais de Kenia arrojan un resultado muy parecido.

Parece, así, que la humanidad en su conjunto entiende la virtud como algo similar destacando que todas las culturas exigen, por decirlo de algún modo, cumplir con el paquete completo. No basta, por tanto, destacar en alguna de las fuerzas cardinales sino que debemos cultivar hasta la excelencia todas ellas. Llegados a este punto cabe preguntarse ¿por qué querríamos esforzarnos tanto en alcanzar la virtud? La respuesta es simple: es la única manera real de transformar el mundo que habitamos.

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