La impresión que da la lectura y visionado de los medios de comunicación es que cada día hay más gente que protesta por más cosas, y en todos los rincones del planeta, aunque es verdad que en unos más que en otros; pero no porque en esos donde se protesta menos tengan menos motivos, es que no los dejan ni salir al tranco de la calle. Y eso que no contamos con los follaeros que se montan permanentemente en las redes sociales (que no sabe uno por qué les llaman "sociales"), porque las frecuentamos más bien poco por no decir nada. Y, claro, una vez detectado este carajal, lo siguiente es preguntarse a qué se debe tal aumento de protestas y de ruido. Lo primero que se viene a la cabeza es echarle la culpa a los medios de comunicación, incluidos por supuesto los "interneses": hay tantos y de tan varia condición que siempre hay algo que le molesta a unos cuantos, y se dedican a fomentar el cabreo entre sus afines. Los de enfrente contestan y ya tenemos otro "foro de debate" en marcha. Con gran contento de los medios que así reclutan más clientes. Ya dijo Arquímedes que cualquier hueco dejado en un sitio es ocupado inmediatamente por otro. O sea, que aunque los temas de escándalo social son bastante efímeros, en cuanto se van debilitando por el paso del tiempo, otro tan o más gordo ocupa su lugar. Lo mismo pasa con las protestas, que suelen ser como los fuegos artificiales: explosivos de salida y de duración que se va atenuando en poco tiempo.

Culpar a los medios es la mejor solución, porque nos queda la conciencia de que no es culpa nuestra. Y más en estos tiempos en los que todo el mundo tiene derechos y ninguna obligación. Pero ¿y si resulta que sí tenemos una buena parte de responsabilidad? Nadie nos obliga a tomar por ciertas las opiniones de comunicadores, influenceros y demás opinantes gratuitos; por no hablar de los que se tragan los bulos de cualquier página -cuanto más anónima, mejor- como si estuvieran hablando "ex cátedra", tal que Einstein.

También puede ocurrir que estas impresiones sobre el aumento de protestas, sobre el exceso de ruido mediático, sobre la mala leche que se va generalizando, y otras "bondades" de nuestros días, sean en realidad producto de nuestra vejez, que nos hace cada día más cascarrabias. Y es que todo es según el color del cristal con que se mira, como reza el antiguo dicho. Y con esto de las cataratas, empezamos ya a verlo todo nublado. Así que, ustedes disimulen el latazo de hoy.

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