Vivimos con mucho ruido

Un Trump que promete el indulto para los detenidos por aquel asalto si vuelve a la presidencia de los EEUU, es muy iluminador sobre la que nos espera

No quiero arrancar sin explicitar la pusilánime explicación con la que se excusa esa "Derechita cobarde", cuando reclama que todos los extremos son muy malos, cada vez que es el suyo el que apesta, mientras que nada dice del caso análogo cuando es "la Derechita de golpe en barra de taberna" la que dice estupideces a granel. El patio político está tan enmierdado (palabra que no acepta el diccionario de mi portátil, pese a que la RAE lo reconoce perfectamente), que ni yo me resisto a disfrutar de mi parte del mojón.

Ahora ocurre que los asaltantes del Ayuntamiento de Lorca explicitan el engaño, por parte de dirigente políticos, al que se vieron sometidos: ellos "no sabían que los acuerdos iban a afectar sólo a las nuevas solicitudes de macro granjas a implantar". Es bochornoso el espectáculo al que hemos asistido: a los demócratas ¿nos debe importar un mojón las razones por las que un grupo de exaltados rompen un cordón policial para asaltar la sede de la voluntad popular, en este caso municipal, toda vez que había acuerdo de todos los grupos al respecto de la medida a aprobar? Ahora, al modo del bocazas de Trump, no faltan los políticos testosterónicos (perdón por el palabro, aunque justificado por su pleno significado) que prometen barra libre a los asaltantes: inaceptable que la sinvergonzonería alcance representación política, por mucho imbécil votante que los quiera ver voceando en las tribunas públicas. Tener la razón, caso de ser así, ¿justifica cualquier respuesta, aun violenta? ¿A que no, queridos?

El paralelismo con lo ocurrido hace poco más de un año en el intento de toma de la Casa Blanca, con un Trump que promete el indulto para todos los detenidos por aquel asalto si él vuelve a la presidencia de los EEUU, es muy iluminador sobre la que nos espera. Pues hora va siendo de que la Justicia caiga sobre todos estos testosterónicos ciudadanos que creen que la política es hacer desaparecer al contrario de la escena.

La Democracia tiene grandes debilidades; la principal: que ha de dar cabida a las ideas de cualesquiera de sus ciudadanos, aunque sean contrarias a la convivencia colectiva. Ahí sí es donde debemos encontrarnos todos los que pensamos que el Bien Común exige un compromiso en el que no vamos a encontrar a todos: no es con golpes en la barra del bar como se acrecienta la convivencia ciudadana, sino en la afirmación de la democracia que nos hermana.

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