A Son de Mar

Inmaculada Urán / Javier FornieLes

Vivir entre contradicciones

Como rechazan el sistema, pueden quebrar las normas legales y reclamar, a su vez, que se cumplan cuando les interesa

La degradación de la política española no se puede analizar sin comprender el éxito de partidos como Podemos. Una vez que cayó el mito de la URSS y del comunismo como un régimen destinado a traer la justicia y la libertad universales, los que desean romper el sistema tuvieron que buscar otras alternativas. No lo tenían fácil: el viejo capitalismo se resiste a morir y es preciso admitir que, si en las democracias capitalistas existen muchas injusticias, éstas resultan triviales comparadas con lo que ocurre en China, en Cuba o en Venezuela.

Quienes dicen estar contra el capitalismo prefieren así evitar la lucha frontal. En vez de atacarlo, hablan ahora de un capitalismo irreal, tan maravilloso como el mito de la URSS, y le exigen que haga realidad los sueños fantásticos de la publicidad. Su labor consiste en aprovechar y agrandar cualquier grieta del sistema: la situación de las ballenas, el machismo, la contaminación, los ciudadanos sin empleo o los que ganan demasiado. Todo vale para remover el patio y las contradicciones no importan. No importa cobrar de Irán y defender el feminismo más radical. No importa el caos ni la ruina de Venezuela para poner a Chávez como modelo. No importa alegrarse cuando patean a un policía y, al mismo tiempo, mantener un chalé protegido día y noche por la Guardia Civil.

¿Cómo se pueden conciliar esas contradicciones? Para empezar, estas solo existen para el infeliz que pide una cierta coherencia. El nuevo leninismo se sitúa por encima de esas pequeñeces. Como rechazan el sistema, pueden quebrar las normas legales existentes y reclamar, a su vez, que se cumplan estrictamente cuando les interesa.

Con todo, lo asombroso es la falta de réplica de partidos como el PP y el PSOE ante estas incoherencias. Unos callan porque ante la multitud de frentes no consideran importante los alfilerazos que llegan de todos lados o desconocen la fuerza de la cultura, de la ideología, para cambiar una sociedad. Y otros enmudecen porque se han educado ya en esta forma de pensar y creen, quizás, que lo único importante es seguir viviendo con los gastos pagados. Mientras, la ausencia de respuestas y el desquiciamiento de los propios ciudadanos muestran una sociedad que confunde la propaganda con la realidad, y que camina hacia una crisis económica desconocida con la alegría de quienes pasean por un centro comercial.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios