La cuarta pared

Volver a empezar

Eras, antiguas estaciones, canales o pequeñas centrales están esperando a que alguien pose sobre ellos su mirada

El pasado 10 de noviembre asistí a una conferencia del arquitecto Luis Castillo Villegas dentro del Tercer Ciclo de conferencias del Instituto de Estudios Almerienses dedicado en esta ocasión a la obra de tres arquitectos contemporáneos muy relacionados con el patrimonio arquitectónico de la provincia. Esta conferencia tuvo lugar en el Centro Andaluz de Fotografía, que fue restaurado por él junto con su compañera Mercedes Miras Varela.

La conferencia, en la que presentó y explicó una serie de proyectos de restauración y rehabilitación desarrollados por su estudio fue ciertamente interesante. A parte del proyecto de rehabilitación del excelente edificio en el que se desarrolló la ponencia, presentó una serie de proyectos de restauración e intervención en edificios históricos de la provincia.

Más allá del reconocimiento internacional que ha logrado con alguno de ellos, como pueda ser la Rehabilitación de la Torre Nazarí de Huercal Overa, obra nominada en 2016 a los prestigiosos premios Aga Khan, me llamó especialmente la atención una modesta intervención sobre los restos ruinosos de una edificación industrial de finales del siglo XIX. Los Hornos de Calcinación de Lucainena.

Se trata de una intervención muy modesta y sensible que conjuga la restauración y consolidación de unos restos muy deteriorados por el abandono, el expolio y el paso del tiempo, con una rehabilitación y puesta en valor en el que el recorrido y el paisajismo cobran protagonismo. Luis habló de "las vidas de los edificios", y de cómo cuando terminan su periodo útil, de sus restos y ruinas pueden renacer, incluso reciclando parte de su materia como tributo al tiempo y adaptándose a una nueva existencia. Este tipo de intervenciones me parecen muy necesarias. Tenemos mucho patrimonio arquitectónico e industrial modesto repartido por la provincia. Eras, lagares, minas, cortijadas, antiguas estaciones ferroviarias, canales, torreones, presas o pequeñas centrales hidroeléctricas que están esperando a que alguna administración pose sobre ellos su mirada. A poco que uno sale y ve como en cualquier aldea de Inglaterra montan un museo alrededor de una antigua cabina de teléfonos porque en ella entró Sean Connery en una escena cinematográfica, se es consciente del retorno que este tipo de acciones tiene sobre la población en la que se sitúan. Tenemos mucho que aprender, y acciones como la de Lucainena son una constatación de que una puesta en valor bien ejecutada merece la inversión.

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