Vox y las expectativas

Llega la hora de consolidar los éxitos en un ámbito tan fundamental en España como es el poder municipal

Hace unos años, en las postrimerías de la primera legislatura con Rajoy al mando, hubo una especie de movida entre los parlamentarios del PP para tratar de forzar la voluntad del líder en la cuestión del aborto. Apenas se juntaron media docena que fueron meticulosamente extirpados de las siguientes listas. En la segunda legislatura de Rajoy no había en el Congreso ni un solo diputado provida, ni uno solo que discutiera la bondad del Estado de las Autonomías, ni un solo parlamentario que se opusiera a la ideología de género o reclamara medidas frente a la inmigración descontrolada. Lo recuerdo para que se valore en su justa medida lo que supone haber roto los tabúes que impedían el debate sobre esos y otros temas y, como consecuencia, haber sentado en la Carrera de San Jerónimo a 24 diputados dispuestos a luchar en todos y cada uno de esos frentes. Veinticuatro que podían haber sido cerca de cuarenta si la estúpida acumulación de voto sobrante y miedoso en el PP no hubiera impedido a Vox arrebatar a los sucursalistas de Maduro la cuarta posición en muchas provincias y con ella un buen puñado de escaños. En Huelva, por ejemplo, por algo más de trescientas papeletas. Efectos auténticos del llamado voto útil que nadie menciona.

El problema de las expectativas desaforadas no es que no se cumplan sino, muy al contrario, que el mismo demonio que las suscitó las haga realidad. ¿Qué hubiera sido de Vox si en 2014 hubiera podido situar un diputado en Bruselas? Cualquier cosa menos el pujante movimiento de reconstrucción de la derecha social que hoy es. ¿Qué sería hoy de Vox si en vez de los ya extraordinarios resultados obtenidos se hubiera visto abocado, por exceso de éxito, a una prematura asunción de responsabilidades? Me temo que nada bueno. Entre otras cosas, habría quizá consagrado la idea de que es posible renovar una sociedad y refundar una democracia en cuestión de meses y sin apelar a otros resortes que las redes sociales y la movilización de masas. Las cosas son mucho más complejas y, por tanto, más apasionantes. Llega la hora de consolidar los éxitos en un ámbito tan fundamental en España como es el poder municipal; hay que participar en el excitante momento que se avecina en Europa, pero se arranca ahora de 2.700.000 votos, más de 600.000 de ellos en Andalucía, un 50% más que en diciembre pasado. Esto no se parece al cuento de la lechera.

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