Se presentaban 4 candidatos para la Secretaría del Psoe. Bono, que habla como un obispo, probablemente educado por los curas, Rosa Díez que me provoca el mismo entusiasmo que una purga de aceite ricino, otro que no recuerdo y Zapatero, republicano anticlerical. Me incliné por Zapatero y le escribí una carta, animándole, que cerraba con una frase poética: “espero que los congresistas sean Lucíferos y no Luciferinos”.

Elegido, me mandó una carta dándome las gracias. Su talante Bambi era deseable en la política Española donde impera, sobre todo en La Derecha, el insulto, esa forma baja y abyecta de la expresión intelectual.

La noche de su elección a la jefatura del gobierno declaró, desde Ferraz, “El Poder no me va a cambiar”. Comprendí que habíamos elegido un hombre emocionalmente inmaduro. La Legislación Social de su 1ª legislatura es admirable. Por 1ª vez en la historia España era más progresista que Francia. Los Franceses decían que había que inspirarse de Zapatero. La Ley de Matrimonio para Todos ha sido proclamada en Francia años más tarde.

Los talentos pujantes del partido fueron sofocados para que no le hiciesen sombra. Rubalcaba, el Fouché de la política Española, que olía a naftalina, tuvo que sustituirle. Dejó al partido casi huérfano.

Su tarea económica no necesita comentario. Cuando dimitió Solbes comprendí que el mensaje que enviaba a los mercados era de aventurismo. Zapatero tomaba sus deseos como La Realidad. Su visita a Davos, Catedral del Capitalismo, lo despertó, esa ducha brutal de agua fría lo plantó, sin piedad, en el mundo de La Realidad Política. El resto es historia.

La Política, como El Comercio, como El Amor se miden por los resultados. Zapatero dejó el Psoe en la cota más baja de su historia. 4 y ½ millones de “Ausentes” son elocuentes.

La Comunidad de Madrid se perdió porque Esperanza Aguirre compró a dos Sinvergüenzas del Psoe. Esos dos diputados indecentes fueron incluidos en la lista de candidatos por Zapatero para agradecerles su apoyo en la elección a la secretaría general del año 2.000. Todo el mundo sabía que eran uno Sinvergüenzas. La responsabilidad de haber perdido Madrid recae particularmente sobre Zapatero. Semejante chanchullo no sería posible en un partido con estructuras democráticas. Basta ya de listas, ni cerradas ni abiertas, que los candidatos sean elegidos, en primarias, por los militantes y los simpatizantes de cada circunscripción.

Salvo Nadina que exigió el voto directo de los militantes, nada se ha hecho en estos tres años para merecer el apoyo de los demócratas de España.

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