opinión

Rafael Leopoldo Aguilera

Zoido, la gran esperanza

LLEGADO el tiempo de la luz el corazón de los andaluces se abren al verano caluroso bañado por las aguas del Guadalquivir y el mar mediterráneo. Hombres y mujeres de esta tierra, se disponen, superando diferencias ante las tribulaciones económicas, en un marco de encuentro, en el que el sentir colectivo lejos de enmudecer el ser individual, lo llena y estimula siempre noble y renovado orgullo del sentir de Andalucía, casa común que en los momentos bitóricos, le cupo albergar y, por qué no también hoy, ilusiones y esfuerzo que bucarán y con frecuencia alcanzarán, altas metas de bienestar. El tiempo nos trajo nuevas inquietudes y nuevas alegrías. Ni las unas ni las otras, caminaron nunca solas junto a nosotros; aquellas se nos clavaron para hacer nuestro ser más grande, y de sus heridas nacieron nuevos frutos, que las aguas que nos unen llevaron hasta los confines, sin alejarse de nosotros. Juan Ignacio Zoido, conciliador, dialogante, abierto, son actitudes por las que busca siempre la verdad en el otro. Al decir de él, en permanente situación de disponible, mirando siempre con ilusión el futuro no solo de Sevilla sino de Andalucía, de la que se confiesa un enamorado, le encontramos siempre cercano, como velando por las cosas íntimas de nuestra ciudad. Estamos ante el portón del caluroso verano, que este año ha querido serlo tras experiencias de melancolía y afecto y los sentidos hacia Javier Arenas, inquietud y sentir de nuestra Andalucía, ante el mundo que la sueña, y ante sí misma, que se duele en la búsqueda de la hermosura de esa primavera que volverá a ser florida. Dichas que queremos compartir en el mes de julio desde los primeros ayes, hasta el esplendor de los colores, en manojo amoroso que nos ofrece nuevos aires marinos. Hacedor de honores de tan hermosa designación triunfal de forma colegiada y corporativa, y hasta fraternal, que sólo se concede a quienes alcanzan a ceder su sensibilidad, impulsar imaginariamente su cauce y gozarse en su contemplación arrojando confidencias, para esa actitud de hacerse digno de descubrir en la luz, la estrella que guía por los caminos del secreto latir del pálpito del duende y el embrujo de Andalucía. Deseamos que su palabra, su prestancia y su buen hacer, nos traiga el aire fresco, que separe la arena junta con el tiempo, que dificulta el crecimiento de la flor, de esa flor de fragancias a geranios, jazmines, galanes de noche y azahar, que son las flores del alma y magia de Andalucía que confunden los sentidos. Difícil tarea tiene Juan Ignacio Zoido, que atraído por la gran obra de Javier Arenas, y a su vez, esperanza que se hará realidad teniendo como fedatario la Alhambra de referencia universal, en el encuentro con la verdad, plural y abierta, a través del cordón umbilical de la palabra del sentir de las gentes de nuestra amada Andalucía, por España y la Humanidad.

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