LAS primeras nevadas anuncian la inminente llegada del invierno y los primeros rumores de posibles salidas recuerdan que a la vuelta de un mes el mercado de fichajes se abre de nuevo para quienes no hicieron los deberes en verano (tipo Real Madrid), los que necesitan reforzar alguna posición concreta (Osasuna busca un delantero centro que mejore sus cifras goleadoras) y aquellos que tienen a futbolistas desencantados en sus filas. Lamentablemente, el Almería ejemplifica esta última opción.

Arconada podrá ser más o menos criticado por el juego que despliega el equipo y el lugar que a estas alturas ocupa en la tabla, pero donde efectivamente no parece haber dado con la tecla es en la gestión del vestuario. Se le tacha de no tener mano izquierda y lo cierto es que la nómina de jugadores que se 'suben por las paredes' es extensa.

Un buen sector del vestuario rojiblanco no termina de comprender la arbitrariedad con la que tan pronto alguien juega de titular como pasa al banquillo o directamente no entra en las convocatorias. Tampoco se entiende que el predilecto sea fijo por decreto-ley, más aún si no ha demostrado la regularidad necesaria para ello.

Lo peor de todo es que los activos del club están perdiendo su valor. El fútbol es un mercado de divisas en el que los titulares suben como la espuma a la vez que los suplentes bajan su cotización. Hay que evitar otro 'caso Bruno', al que no se le ofreció la renovación a tiempo y ahora que se le ha puesto sobre la mesa, ya no le interesa. PD: El mercado invernal también vale para traer apuestas exóticas tipo Guilherme.