LA alarma del sector español del aceite de oliva ante la posibilidad de que la empresa Deoleo, líder nacional del país que es líder mundial en producción y exportación, caiga bajo control italiano está más que justificada. El gigante aceitero ha puesto en venta el 31% de su capital, que está en manos de entidades financieras, particularmente de la intervenida Bankia (16,5% de las acciones), que está obligada a deshacerse de ellas. Siendo España quien acapara casi la mitad de la producción de aceite de oliva en el mundo y la tercera parte de las exportaciones, se entiende perfectamente que se trata de un sector estratégico para la economía nacional, que se verá afectada sin duda por cualquier cambio en el panorama empresarial. Y afectada de modo radicalmente negativo si de los tres grupos inversionistas que se han mostrado interesados en la adquisición, el Fondo Strategico Italiano, propiedad del Estado de Italia al cien por cien, acaba alzándose con el control de Deoleo. Es conocido que el aceite español es comprado a granel en grandes cantidades por industriales italianos que lo lanzan a los mercados internacionales como propio. Algunos expertos calculan que este fraude material afecta al 80% de nuestra producción. Por tanto, el valor añadido al extraordinario producto español se genera en Italia. Con la compra por el Fondo Strategico se consagraría definitivamente la pérdida de control por España de uno de sus sectores económicos fundamentales, pilar de la agricultura andaluza. La preocupación y la movilización de cooperativas y otras empresas aceiteras son, por tanto, más que razonables, y han derivado en la petición al Gobierno de la nación de que intervenga a corto plazo para evitar el desastre que se augura, petición compartida por la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía. La intervención aparece como imprescindible y se ha adelantado como fórmula la opción de que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) sea la que entre en el capital de Deoleo, en solitario o buscando socios privados, igualmente nacionales. En manos del ministro de Agricultura, el andaluz Miguel Arias Cañete, está la oportunidad de adoptar esta u otra medida que garantice la permanencia de esta gran empresa española bajo control nacional. No está de más recordar que los gobiernos italianos no dudan en vetar la adquisición de empresas de su país por compañías españolas, como ocurrió con Abertis, Telefónica o BBVA. Sería inconsecuente e ingenuo que España no pague con la misma moneda. Deoleo es una empresa estratégica en la economía nacional y debe seguir siéndolo. Una intervención estatal está más que justificada.

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