De Gobiernos e Ínsulas

gONZALO aLCOBA gUTIÉRREZ

No me acostaré con Marco Aurelio

La sociedad del miedo no ha dejado de serlo también del consumo y que las modas se expanden como manchas de aceite en la interconexión

He aquí el resurgir del miedo. Vivimos aterrorizados ante perspectivas funestas; el terrorismo internacional, que inauguró el siglo; el cambio climático, que lo marca; las grandes crisis económicas y la formidable perplejidad en que nos sumió el virus, entre otros acontecimientos, nos han entregado a un fatalismo resignado, impregnado por la convicción de que, antes o después, perderemos lo que amamos.

Les hablo de esto porque me llama la atención que, cada vez que piso la librería -y lo hago constantemente- creo descubrir un nuevo ensayo de esos que convencen de la idoneidad del pensamiento estoico frente a tanta desazón. No solo abundan las traducciones de Epicteto, Marco Aurelio, Cicerón o Séneca, sino que insignes profesores se lanzan a persuadirnos de la necesidad de aprender a ser libres como estos sabios antiguos, seguidores, con más o menos acierto, del viejo Zenón de Citio. Es verdad que la sociedad del miedo no ha dejado de serlo también del consumo y que las modas se expanden como manchas de aceite en la interconexión. Pero esto no me impide admitir que las enseñanzas estoicas son hoy un bálsamo; y muchas veces, con toda justicia.

Leibniz, en sus Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, dijo que los estoicos consideraban libre solamente al sabio "y, en efecto, no se puede tener un espíritu libre cuando se está sujeto a una gran pasión, porque no es posible desear entonces como debe hacerse, esto es, con la reflexión precisa". Es saludable incitar a la gente a una cierta forma desapego -aunque sea seduciendo al comprador con ediciones vistosas y coloridas de los clásicos-; enseñarles a liberarse de la aspiración a controlar lo incontrolable y a dominar, en cambio, solo la voluntad propia, sin dependencia externa. Pienso en los y las jóvenes, sugestionados por las tendencias surgidas de los enredos digitales. Les recomendaría sin duda leer a Epicteto, que, en el Enquiridión, advierte: "no es fácil mantener tu voluntad en armonía con la naturaleza y ocuparte, al mismo tiempo, de las cosas externas".

Pero hasta el estoicismo requiere mesura, no sea que la impavidez nos lleve del miedo a la tiranía. Lean a Marco Aurelio, recomienden a Séneca. Pero no se duerman en el pórtico, no se entreguen del todo; aún faltan revoluciones por hacer y, lo crean o no, muchas han de triunfar. El tiempo apremia.

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