Luces y razones
Antonio Montero Alcaide
Cuidar plantas
No sé ustedes, pero cuando miras el almanaque y te acercas a agosto tienes la sensación de que todo se paraliza, entra en hivernación durante treinta días a la espera de septiembre para eclosionar y despertar a la vida.
Muy gordo debe ser el problema y preocupante para que aquellos que sólo piensan en vacaciones sean capaces de reciclar y afrontar con garantías cualquier contratiempo. Agosto es tiempo de asueto, tiempo de relajación, tiempo de sol y playa, espacio para alejar los problemas, -aunque los haya-, pero se aparcan por un tiempo a la espera de que las temperaturas refresquen y luego ya veremos.
Ustedes creen que con la calor y el bochorno veraniego estamos vara devanarnos los sesos en adivinar si el AVE que un día nos debe unir con Murcia y Madrid va a estar terminado en 2026. Eso se lo dejamos a los políticos que no descansan en verano o que no tienen otra cosa que hacer en sus vacaciones que ronronear al oído de los incautos que son incapaces de desconectar en agosto. Aunque no lo crean, los hay.
Agosto es un tiempo de sesteo, un tiempo en el que la paz se impone a la guerra, la solidaridad a la disputa, en el que la vida fluye como un manantial con el que no ha podido la sequía. Y es ahí donde todos nos movemos, o lo tratamos, en la búsqueda de recargar pilas para los once meses que se avecinan. Tiempo en el que las prisas, las disputas, los problemas y el permanente intento por imponer criterios y normas alejan los buenos propósitos de la hamaca tomando el sol, de la cerveza fría en el chiringuito y el pasotismo que se impone y obliga el sol estival.
Cerrado por vacaciones, el cartel con el que te das de bruces en muchos de los establecimientos que visitas es la base sobre la que debe asentarse la normalidad futura; la base sólida del edificio con cimientos forjados con propósitos razonables y criterios realistas, lejos de los decibelios que causan sordera, silencios incómodos y luchas fraticidas por la imposición de razones lejos de todo criterio y cercanos a lo obsceno. Citas en medio del barro, en el que las batallas se pierden incluso cuando te retiras creyendo que has obtenido una gran victoria.
Agosto, el mes de la normalización, de la búsqueda de aquello que perdiste y que ya nunca podrás recuperar, te pongas como te pongas. Imposibles trufados de tristeza y decepción en un mundo que te absorbe por la patilla. Un mundo del que no puedes escapar porque tampoco haces nada para lograrlo. Si eres capaz de hacer un paréntesis para cargar pilas, resetear tu cerebro e, incluso -muchos lo hacen- cabalgar a lomos del caballo desbocado de batallas que nunca vas a ganar, pero por las que eres capaz de dejar desolación, muerte y heridos en un camino que al final, te pongas como te pongas, no conducen a ningún sitio. El colofón es el mismo siempre. La única verdad.
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